Y después de la tormenta, viene la calma, la reflexión y, quizá, la resaca.
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El movimiento feminista argentino, pionero en América Latina, tuvo el jueves la primera derrota política de su historia reciente.
Después de cinco meses de debates, protestas y presión, el Senado rechazó la ley de interrupción voluntaria del embarazo.
La despenalización del aborto se convirtió en un símbolo de la lucha de género y las feministas argentinas, inspiración de muchas en la región, invirtieron todas sus fuerzas en que se aprobara.
Pero no se pudo.
Era, en parte, un escenario inesperado, porque el debate en el Congreso fue propuesto de manera sorpresiva por el presidente, Mauricio Macri, y de la nada los movimientos feministas tuvieron que organizarse, presentar un proyecto y empezar una campaña mediática para instalar su causa.
Esto último lo lograron, ya que el debate sobre el aborto —que se tradujo en una discusión pública acerca de la mujer, la ciencia y Estado— llegó a los medios masivos de comunicación y a los perfiles de redes de los argentinos más famosos.
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Esta fue la séptima vez que se intentó modificar la ley de 1921 sobre el aborto en 14 años de lucha feminista, pero nunca antes se llegó tan lejos ni se tuvo que lidiar con el andamiaje político del Congreso.
En la mañana del jueves fue tendencia en Twitter la etiqueta #yahora, un reflejo de que después de la euforia y la militancia, cientos de personas se preguntan cómo sigue la lucha.