Esa mañana, la muerte tocó el pecho de Ethan Askew, un joven británico de 15 años.
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Estaba en una clase de educación física, cuando comenzó a sentirse mal. Fue a decirle a una profesora, pero se desplomó.
Su padre, Stuart Askew, que trabaja como gerente de locales en la escuela a la que asiste Ethan, fue de los primeros en saberlo: unos amigos corrieron a avisarle que su hijo había dejado de respirar.
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Mientras bajaba las escaleras, Stuart Askew, que también hacía de socorrista en la escuela, no comprendía qué había sucedido: su hijo era un adolescente saludable y nunca antes había reportado ningún problema de salud.
"Cuando llegaba, me di cuenta de que alguien le estaba haciendo compresiones de pecho y me tomó un par de segundos darme cuenta de lo que realmente significaba", contó a la periodista Frances Cronin, de la BBC.
"Sabía lo grave que era", agregó el padre.