La densa vegetación, su localización remota y la ausencia de patrimonio arquitectónico llevó a los exploradores del siglo XIX a una conclusión errónea: el bosque nublado del Valle de Quijos, en Ecuador, era un terreno inmaculado.
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Esta creencia ha prevalecido durante más de un siglo, hasta ahora. La memoria que la frondosa vegetación no pudo conservar la atesoró el diminuto lago de Huila. En su suelo se guardaba escrita la verdadera historia de este rincón amazónico que ahora ha sido descubierta.
La tierra descrita como "naturaleza prístina", en los cuadernos de viajes de los exploradores europeos, había sido en realidad una zona cultivada y deforestada por las civilizaciones indígenas durante cientos de años.
Un grupo de científicos de Ecuador, España, Reino Unido y Holanda han logrado reconstruir los últimos 1.000 años del impacto humano sobre estos bosques, que en su día fueron pasajes de una ruta comercial fundamental entre el Imperio inca y el Amazonas.
Siglos más tarde, los conquistadores españoles usaron estas rutas para adentrarse en el Amazonas y hacerse con oro, plata y canela.
Los secretos del lago
El descubrimiento se ha publicado en la revista Nature Ecology & Evolution y su importancia ha sido reconocida por la comunidad científica internacional.