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“Pedí el aborto porque mi hijo se retorcía de dolor dentro de mi vientre”, el caso que ilustra cómo la objeción de conciencia obstaculiza la aplicación de la ley en Chile

Cuando Fernanda pidió interrumpir su embarazo se vio enfrentada a una montaña rusa de decisiones médicas entre quienes apoyaban y quienes objetaban el procedimiento. En la espera en un hospital público, terminó con el feto expulsado entre sus piernas y sin personal médico asistiéndola.

"Mamá, mamá, ¿quién es?". La voz de una niña de 3 años se escucha de fondo al otro lado del teléfono.

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"Es una señora", le dice Fernanda Sandoval, su madre, a Renata.

"¿Cómo se llama?"

"Constanza. Llama de muy lejos".

"¿Por qué?", vuelve a preguntar. Está en la edad de los porqués.

Poco entiende Renata de la razón de esta conversación telefónica o por todo lo que ha pasado su madre durante los últimos tres meses. Sólo sabe que iba a tener un hermanito, pero de un día para otro este se convirtió en "un angelito" y el vientre de su mamá dejó de crecer.

"El hermanito se fue al cielo", le dijo Fernanda a su hija. Y a BBC Mundo le relató el infierno por el que pasó el fin de semana cuando todo sucedió.

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Camino al infierno

Javier Lagos siempre supo que su hijo sería varón, aunque ninguna ecografía lo mostrara aún.

De hecho, él y Fernanda ya le tenían nombre: León. Pero, finalmente, no fue una ecografía la que les confirmó el sexo de su hijo; solo supieron que era niño el día en que Fernanda, acostada en la cama de una sala común en un hospital público chileno, lo expulsó entre sus piernas, sin doctora ni matrona asistiéndola, según su testimonio.

Tenía casi cuatro meses de embarazo y la pesadilla había empezado 60 horas antes.

El jueves 5 de abril había sido uno más de los monótonos días que Fernanda estaba viviendo desde la indicación de reposo. Como quedó embarazada con un dispositivo intrauterino, su embarazo era de alto riesgo.

Ese día fue a dejar a su hija al jardín infantil, volvió a la casa y se acostó a ver televisión. En la tarde llegó su novio y, como todos los días, se fue a dormir asumiendo que el viernes nuevamente haría lo mismo. Pero no fue así.

Esa madrugada, Fernanda despertó de dolor. "Fui al baño y vi que estaba sangrando". De inmediato su novio la llevó al hospital público de Quilpué, la ciudad vecina al pueblo en el que vive la pareja, en la zona central de Chile.

  1. Cómo desafían las mujeres chilenas la prohibición de abortar

"Cuando llegamos al hospital la ginecóloga me dijo que se estaba empezando a desprender el huevo", relata Fernanda.

La hospitalizaron y la mañana siguiente, tras varios exámenes, los médicos encontraron una infección que fue la que provocó el desprendimiento.

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