"Era como un hombre muerto caminando. Mi vida carecía de sentido, sin gusto. La frontera estaba cerrada para los etíopes, así que no pude pasar. Me sentí como si hubiera muerto".
PUBLICIDAD
Estas palabras las dijo el periodista Addisalem Hadigu, uno de los muchos etíopes separados de sus familias por décadas, el miércoles pasado tras aterrizar en el primer vuelo comercial entre Etiopía y Eritrea en 20 años.
Hadigu no veía a sus hijas desde 2002, cuando su esposa cruzó la frontera hacia Eritrea con sus hijas.
"Mi sufrimiento ha terminado: me encontré con mis hijas, las besé y derramé mis lágrimas", dijo Hadigu.