"Mientras conducía por la calle Kensington de Londres, el semáforo se puso en rojo y pensé: ‘Amarillo’, puedes aún pasar; ‘Rojo’, significa alto, fuera del terreno."
Ese fue el momento en que al árbitro inglés, Kenneth George Aston, se le ocurrió la idea de utilizar las tarjetas amarilla y roja en los partidos de fútbol.
La beligerancia en el campo de juego al inicio de la década de los 60 había llevado a este deporte a una situación incontrolable. En más que un partido se libraba en la cancha una guerra a muerte que terminaba con lesionados en el hospital sudados de odio.
Recomendados
¡Insólito! “Me mudé con mi novio y vino con instrucciones de parte de su mamá”
Los podcasts de crónica negra que usa la policía para resolver crímenes
Tratan por anemia a la pitón hallada en una piscina con 500 garrapatas
Símbolo de aquello fue el Mundial del 62 en Chile.
"La Batalla de Santiago"
En el partido inaugural entre la Unión Soviética y Yugoslavia hubo golpes y hasta jugadores fracturados.
Algo similar ocurrió en el partido de Alemania contra Italia; en el de Checoslovaquia contra España (donde el arquero quedó inconsciente por unos minutos tras recibir una patada en la cabeza); y en el de Argentina contra Bulgaria (con varios jugadores gravemente lesionados).