Tatuado en la espalda, sobre un taparrabos infame, todavía se puede leer el código del fabricante: © Mattel Inc. 1981. Taiwan.
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Debieron pasar más de 20 años para que el poderoso He-Man fuera rescatado del fondo de un baúl lleno de recuerdos condenados al olvido.
Y aunque hoy le cruje la cintura y lleva el cabello mal teñido de rubio, el príncipe de Eternia ha terminado por desarrollar una habilidad que nunca tuvo en la serie animada.
"Se ha convertido en un atajo sensorial para trasladarse en el tiempo", dice el escritor peruano Juan Manuel Robles mientras examina al héroe de plástico.
Considerado por el Bogotá39 como uno de los escritores latinoamericanos más talentosos de su generación, Robles explora los terrenos de la nostalgia en su novela "Nuevos Juguetes de la Guerra Fría".
Espadas fantásticas, rayos láser y extraterrestres pueblan el libro al igual que invadieron las fantasías de los niños del continente durante la década de los 80 y principio de los 90.
En aquel momento, la imaginación era también un territorio a conquistar en la guerra ideológica que dividía al mundo.
"Pensamos que nuestros recuerdos son como cajitas sólida que nadie te puede quitar o cambiar, pero hay métodos para hacerlo y ni siquiera son sofisticados", advierte Robles.