Hablar con ciudadanos de a pie en Corea del Norte es casi imposible, ya que los visitantes están escoltados por la policía y la comunicación con el exterior está bloqueada. Pero dos residentes accedieron a conversar con el programa de Victoria Derbyshire, de la BBC, pese al riesgo de muerte o prisión.
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En el país asiático, cuyo líder Kim Jong-un goza de un estatus casi divino, para muchos es impensable cuestionarlo en voz alta.
A los norcoreanos se les enseña que él lo sabe todo y se les dice que deben informar de quienes disientan del régimen. Incluso si se trata de su propia familia.
La comerciante Sun Hui (nombre ficticio) sabe que pone su vida en peligro al hablar.
"Más que todo, la gente critica a Kim Jong-un por ser un hombre de negocios", afirma reflejando un malestar aún más amplio.
"La gente dice que actúa tal como nosotros, pero que se lleva nuestro dinero".
"[Dicen que] el hombrecillo usa su cabeza para chupar dinero como un pequeño vampiro".