"¿Me das un agua, por favor?", le dijo Elsa a la niña que atendía la tiendita.
PUBLICIDAD
La pequeña de cabello negro y ondulado le pasó la botella por la reja.
El dueño del local, un hombre mayor, estaba allí.
Días después, Elsa regresó.
"El señor no está ¿no?", le preguntó a la niña.
"No"
"¿Y tu mamá dónde está?"
PUBLICIDAD
"En su casa"
"¿Vives acá?"
"Sí"
"¿Con el señor?"
"Sí"
Tristeza
Elsa recuerda que la niña era morenita y que sus ojos eran grandes y oscuros.
"Pero lo que más recuerdo", me cuenta, "es que en su mirada había mucha tristeza".