Tal parece que el líder norcoreano, Kim Jong-un, no necesita disparar un misil para atraer la atención del mundo. Tiene armas mucho más poderosas en su arsenal: sus emisarias mujeres.
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En la última ofensiva de "encanto", guardó lo mejor para el final: su hermana.
Kim Yo-jong hipnotizó al público surcoreano.
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Mientras entraba al palacio presidencial llevando una nota manuscrita de su hermano, cada detalle fue analizado en directo por televisión.
Su blusa brillante, cómo se peinó, cada pequeño gesto.
Algunos medios incluso decidieron discutir sobre sus pecas, en lugar de mencionar que figura en la lista negra de Washington por supuestos abusos contra los derechos humanos.
Casi podía sentirse el estremecimiento de emoción cuando llegó a la ceremonia de inauguración de las Olimpiadas de Invierno de PyeongChang. Los cuellos se estiraron y los teléfonos celulares se mantuvieron en alto para capturar el momento.
Me encontré, como los demás, inclinándome tanto como pude sobre el balcón para intentar verla en los exclusivos asientos en la parte de abajo.