"Me enamoré, no sé por qué", confiesa el historiador sirio Ala al Sayed mientras posa una larga mirada sobre el objeto de su afecto, la antigua puerta de Bab al Nasr, la Puerta de la Victoria.
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Como las otras entradas históricas que conducen al laberinto de calles empedradas en el centro antiguo de Alepo, parte de su arco de gruesas piedras colapsó durante los combates que se libraron allí.
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Bab al Nasr no es la mayor o la más dañada de las puertas de la amurallada ciudad medieval que se convirtió en uno de los frentes más sangrientos de la brutal batalla por Alepo que concluyó hace poco más de un año.
Pero, en los tramos rotos de esta ciudad, los sirios ahora remiendan aquello que más les importa, pedazo a pedazo.
Así es como avanza el doloroso y difícil proceso de reconstruir esta famosa ciudad.