Cuando Amaru Coronado volvió a casa el miércoles después de trabajar, lo primero que hizo fue llamar a una amiga que vive en Chile para pedirle cobijo en ese país en caso de que la deporten de Estados Unidos.
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"No puedo regresar a Venezuela, ni siquiera puedo llegar a mi casa allá", le dice a BBC Mundo.
Coronado pidió asilo en Miami hace tres meses y pensó que pasarían al menos tres años antes de que las autoridades migratorias la entrevistasen para decidir sobre su estatus.
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Pensaba que sería así porque, de media, los venezolanos que han solicitado esa protección en EE.UU. desde 2014 han esperado entre tres y cinco años para exponer su caso a un funcionario de inmigración.
Durante ese tiempo, pueden permisos de trabajo renovables y residir legalmente en Estados Unidos.