Janice Chaka pasó su hora de almuerzo organizando una clase sorpresa de cocina para un gran amigo que estaba de visita.
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De regreso a su oficina quedó atrapada en el tráfico, y terminó llegando cinco minutos tarde.
"Me hicieron muchas preguntas en la oficina, y me tuve que quedar para hacer tiempo extra", comentó.
"Sin embargo, estoy segura de que, si hubiese llegado tarde por llevar a mi hijo al médico, esto no habría sido un problema. De hecho, me hubiese podido tomar toda la tarde libre", señaló.
El peso de la soltería
Ese episodio le ocurrió a Chaka hace una década, cuando trabajaba en Guadalajara, México.
Y aunque desde entonces desarrolló una carrera en Estados Unidos y México en compañías que integran la lista de las Fortune 500, la situación se repitió de manera invariable.
En cambio, asegura, sus colegas con descendencia disfrutaban de ventajas con el horario, y tenían prioridad al momento de elegir fecha de sus vacaciones.
De hecho, quienes no tenían hijos enfrentaban dificultades para pedir tiempo libre de las tareas de la oficina, aun cuando la razón fuera ayudar a un pariente anciano.