Imagina que no tienes cuenta bancaria. Que ocurre un imprevisto como una enfermedad o que te quedas sin trabajo. Ante la emergencia, tienes que recurrir a un prestamista informal para enfrentar la situación.
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Y los intereses que te cobra son altísimos, pero tienes que aceptarlos porque no te queda otra alternativa.
También te puede ocurrir que empieces a ahorrar debajo del colchón, pero al tener el dinero ahí a la mano, es probable que lo termines usando en las necesidades más inmediatas.
Eso le ocurre a muchas personas, especialmente mujeres, que tienen bajos ingresos y no cuentan con las alternativas para planificar su vida financiera.
En América Latina, el 52% de las mujeres no tiene cuenta bancaria.