Si alguien busca recuerdos gloriosos de la temporada 2025 de la LigaPro, va a tener que esforzarse. Mucho. Este no fue un año que quedará en la memoria por partidos épicos, tribunas repletas o figuras que arrastren multitudes. Todo lo contrario: más fechas en el calendario, menos gente en los estadios y grandes clubes metidos en aprietos.
El 2025 será recordado, más bien, como el año en que varios clubes tocaron fondo. Crisis institucionales, deudas impagables, futbolistas abandonados a su suerte y, lo más grave, la irrupción abierta del amaño de partidos y del crimen organizado. Un combo explosivo que deja cicatrices profundas.
LigaPro, desde sus inicios, jamás había atravesado un escenario tan delicado. Hoy vemos equipos tradicionales caminando por la cornisa de la desaparición y visto como normal el impago de salarios hacia los jugadores.
Además, Miguel Ángel Loor fue reelecto presidente con el respaldo mayoritario de los clubes, quien deberá encontrar la manera de revertir esta dura realidad.
Control económico: discurso fuerte, realidad débil
Cada vez que puede, la dirigencia de LigaPro habla de controles financieros, capacitaciones y procesos de saneamiento. El mensaje suena bien. El problema es que no se ha reflejado en la cancha… ni en las cuentas.
Los clubes siguen administrándose como pueden —o como quieren—, endeudándose sin freno y comprometiendo su futuro institucional. El caso más alarmante es el Club Deportivo El Nacional: un gigante histórico que pasó de ser cantera y multicampeón a estar al borde del colapso administrativo, con deudas superiores a los USD 7 millones, meses sin pagar sueldos y jóvenes futbolistas que solo usan la camiseta como vitrina para escapar lo antes posible.
Pero El Nacional no estuvo solo. El 2025 estuvo marcado por paros y protestas: Barcelona SC, Mushuc Runa, Emelec, Deportivo Cuenca, Delfín SC y Macará vivieron episodios donde sus planteles dejaron de entrenar por deudas acumuladas de hasta ocho meses.
El caso de Barcelona, el club con más hinchada, en la última fecha fue el retrato perfecto del caos: jugadores a punto de no presentarse ante Independiente del Valle en un partido decisivo. Así, cualquier relato de “control económico” pierde credibilidad.
Apuestas, amaños y una línea que ya se cruzó
Si lo financiero es grave, lo que ocurrió con el amaño de partidos es directamente alarmante. En 2025 salió a la luz una red de manipulación de resultados vinculada a apuestas ilegales, con base en la Serie B y ramificaciones que rozaron la Serie A.
Un informe de la Dirección de Integridad y Antipiratería de LigaPro fue contundente: no se trata de hechos aislados, sino de estructuras organizadas que operan desde dentro de los clubes, aprovechándose de futbolistas vulnerables, impagos y sin respaldo.
El mecanismo es tan simple como perverso: jugadores que no cobran se convierten en blancos para utilizar. Pequeños “errores” en momentos clave a cambio de un alivio económico inmediato. Y cuando el dinero no alcanza, aparece la amenaza.
El problema ya escaló a un nivel mucho más oscuro, con denuncias de extorsiones y amedrentamientos ligados a grupos delictivos organizados. El caso del arquero David Cabezas, cuya salida abrupta de El Nacional hoy está bajo investigación, es una muestra de que el fútbol dejó de ser solo fútbol.

Pocas emociones, gradas vacías… y cuando fue la gente, hubo violencia
El torneo tampoco ayudó a reconectar con la gente. Sin grandes figuras ni plantillas atractivas, los estadios lucieron desolados durante casi toda la temporada. El campeonato se volvió previsible e Independiente del Valle caminó con comodidad hacia el título, sacando 10 puntos de ventaja en la recta final y cerrando con 13 sobre Liga de Quito.
IDV fue, además, la excepción: pagó sueldos a tiempo, mantuvo orden institucional y cosechó en la cancha. Un contraste brutal con el resto.
Y cuando hubo público, muchas veces hubo violencia. El episodio más grave se vivió en el Clásico del Astillero de septiembre, en el estadio George Capwell, con botellas de vidrio lanzadas al campo, donde una impactó en el rostro de Junior Sornoza.
El Capwell y el Estadio Monumental encabezaron la lista de sanciones. En Quito, el Estadio Olímpico Atahualpa fue escenario de enfrentamientos entre facciones de barras de El Nacional, obligando a la intervención policial.
El resultado es claro: violencia, inseguridad y un espectáculo pobre. Los números no mienten, la asistencia en la Serie A decayó en un 8,8% respecto al año anterior.
Incluso, diferencias de los clubes ante el formato de torneo planteada por Liga Pro, y el comunicado de Barcelona SC fue contundente.
Conclusión: un 2026 que no promete milagros, pero ojalá y mejore
Pensar que todo cambiará mágicamente en 2026 parece, hoy, más un acto de fe que de análisis. Los clubes seguirán arrastrando deudas enormes, el control económico difícilmente dará un giro radical y, con ese panorama, será casi imposible atraer figuras que devuelvan brillo al campeonato.
En el frente del amaño, al menos, hay una señal: Federación Ecuatoriana de Fútbol y CONMEBOL impulsan un proyecto para tipificar este delito. No es la solución total, pero puede ser un freno necesario.
La realidad es dura: el fútbol ecuatoriano atraviesa una de sus etapas más complejas. Y mientras no se ataque el problema de raíz, los clubes históricos seguirán apagándose lentamente… como luces de un estadio que ya casi nadie quiere volver a llenar.
