La noche del sábado en el Madison Square Garden quedó marcada por la actuación más dominante de Michael Morales en su corta pero explosiva carrera en UFC. El ecuatoriano no solo venció por nocaut técnico en el primer asalto a Sean Brady, número 2 del ranking wélter, sino que dejó un mensaje directo a la élite de la división: está listo para disputar el cinturón de las 170 libras.
Desde el inicio, Morales cumplió punto por punto lo que había prometido. Mantuvo la distancia con un jab preciso, obligando a Brady a perseguirlo y rompiéndole el ritmo. Cuando el estadounidense intentó llevar la pelea al grappling, el tricolor respondió con una defensa impecable desde el clinch, utilizando su alcance, su base física y una calma que sorprendió a los presentes.
El quiebre llegó con un volado de derecha que comenzó a desestabilizar a Brady. Morales lo presionó, leyó cada intento de derribo y explotó con su potencia característica hasta cerrar el combate antes de que terminara el primer asalto. El ecuatoriano mantuvo su invicto y elevó su récord a 19-0, consolidándose como uno de los peleadores más proyectados de América Latina.
Tras la victoria, Morales regaló uno de los momentos más comentados de la noche: silbó al presidente de UFC, Dana White, para llamar su atención y pedir, sin rodeos, la oportunidad por el título de peso wélter.
Acto seguido, tuvo un gesto profundamente emotivo. Miró a cámara y entre miles de personas le dedicó su triunfo a su madre, quien estaba presente en el escenario. El ecuatoriano también recordó que “la rechera fue heredada”, frase que desató una ola de reacciones en redes sociales y terminó de sellar una noche inolvidable.
Con esta victoria histórica, Michael Morales no solo derrotó a un top 2 del mundo: se posicionó como el contendiente natural al cinturón wélter y escribió uno de los capítulos más emocionantes para el deporte ecuatoriano en UFC.

