La noche de UFC 322 en el Madison Square Garden tuvo un protagonista indiscutible dentro del octágono, pero también una figura clave fuera de él: Katty Hurtado, la madre de Michael Morales y la primera inspiración del peleador ecuatoriano. Desde una de las localidades más cercanas a la jaula, Katty vivió cada segundo de la pelea contra Sean Brady con la intensidad de quien ha acompañado cada paso de un sueño que empezó hace más de dos décadas.
Cuando Michael conectó el golpe que sentenciaría el K.O. en el primer asalto frente al estadounidense —entonces segundo mejor rankeado de la división welter (170 libras)—, la reacción de su progenitora fue inmediata: emoción desbordada, gritos de orgullo y lágrimas que resumían años de disciplina, sacrificio y fe en su hijo. A su lado estaba Krystel Chuchuca, prima del peleador, con quien compartió un abrazo larguísimo que se volvió el retrato perfecto de la noche: familia, unión y triunfo.
Para quienes conocen la historia de Michael Morales, ver a Katty celebrar así tenía un significado especial. Ella no solo es su madre: es su corazón, su motor y su maestra. Fue quien lo impulsó, desde niño, a explorar el deporte; quien lo acompañó en sus primeras clases de lucha y judo; y quien le heredó una frase que se ha convertido en mantra del peleador: “ser el más arrecho”. Esa mentalidad, transmitida en casa, es la que hoy define el carácter del ecuatoriano dentro y fuera del octágono.
UFC 322 no solo dejó una de las victorias más importantes para la carrera de Morales, sino también una imagen que quedará grabada en la memoria de los fanáticos: Katty Hurtado celebrando a metros del octágono, orgullosa del guerrero que formó, testigo cercana del momento en que su hijo se consolidó como un candidato directo al título mundial.
En una noche de historia para Ecuador, la celebración más simbólica fue la de una madre que siempre creyó que su hijo llegaría hasta aquí. Y que, ahora, lo ve más cerca que nunca de convertirse en campeón.

