Marlon “Chito” Vera regresa este sábado en UFC Vancouver para medirse a Aiemann Zahabi y lo hace con un juego completo respaldado por su instinto mortal para finalizar peleas. Su potencia de golpeo, la variedad de ataques con patadas y su agresividad en el piso lo convierten en una amenaza en cualquier fase del combate. Si mantiene su ritmo y criterio, será muy duro de dominar para Zahabi.
¿Cuál es el “timing en el golpeo” que define a Chito?
El estilo de Vera se basa claramente en la pegada de poder, pero no de manera indiscriminada: él elige sus momentos para descargar, buscando los espacios adecuados. Esa disciplina táctica le permite infligir daño sostenido y acumular ventajas. En combates anteriores, como su nocaut ante Sean O’Malley (2020) o su victoria sobre Frankie Edgar (2021), dejó claro que no lanza golpes al vacío, sino con propósito: primero lastimar, luego rematar.
Es ese criterio para seleccionar cuándo soltar puños, codos, rodillas o tibias lo que le ha posicionado como uno de los peleadores con más finalizaciones en la división (con unas 10 terminaciones confirmadas) y entre los más efectivos en transiciones hacia derribos por golpeo. Esa combinación —potencia + cálculo— es su sello distintivo.
¿Qué papel juegan las patadas y el juego de piso en el arsenal de Vera?
Vera no descuida las piernas. Sus patadas frontales al cuerpo, especialmente con la pierna derecha aunque adopte guardias variables, son instrumentos de desgaste. Muchas veces esas patadas reducen movilidad, abren huecos defensivos, y tornan más expuesta a la víctima ante sus embestidas. También lanza “hachazos” a la cabeza —por ejemplo, aquel que tumbó a Dominick Cruz— como parte de su repertorio ofensivo.
Cuando el combate entra en el terreno terrestre, Vera muestra seguridad. Su transición natural: generar daño de pie, acortar distancia, y llevar al oponente al piso para consolidar dominio. Allí puede buscar estrangulaciones (rear-naked), como hizo contra Nohelin Hernández, o llaves de brazo, estilo utilizado con éxito en enfrentamientos como ante Brian Kelleher. Esa fluidez entre pie y lona es lo que le da versatilidad.
Este sábado Vera enfrenta un reto duro en Canadá contra Zahabi, pero lo hace no como mero contendiente, sino como aspirante con armas claras para imponerse. Su frase antes del combate, “pelearé como si fuera por mi plato de comida”, resume la intensidad con la que vive cada minuto, cada entrenamiento, cada golpe.
No representa solamente su ambición individual, sino el peso de una carrera construida desde Chone, Ecuador, con sacrificio y convicción.
Cuando suene la campana, no veremos solo un luchador más: veremos a un hombre que carga una nación en cada puño, que no teme darlo todo para volver a acariciar la cima. Y Zahabi sabrá desde el primer minuto que Vera no ofrece tregua: entrega poder, astucia y corazón en igual medida.

