Hace unos días llegó el piloto ecuatoriano, Sebastián Guayasamín, al Ecuador desde Arabia Saudita.
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Lo hizo con alegría y satisfacción por traer un resultado positivo en el Rally Dakar 2024. Guayasamín junto a su copiloto, el argentino Fernando Acosta, obtuvieron el sexto puesto en la general de los automóviles SSV entre más de 45 competidores en esa importante y difícil categoría. Según el piloto, la más competitiva luego de las motocicletas.
Sebastián lleva 10 años corriendo el Rally Dakar. El único año que no corrió fue en 2016 ya que su hija tenía días de nacida. “El recorrido esta vez fue súper exigente. En los cinco años que se realiza el Dakar en Arabia, esta fue la exhibición más difícil”, dice el piloto nacional.
Desde el primer día fueron 800 kilómetros de carrera desde la primera etapa, con mucha piedra y todo el mundo rompiendo llantas por el duro recorrido.
Sebastián cuenta a Metro Ecuador que al día de descanso, en la mitad de la carrera global, la mitad de los competidores del Dakar estaban afuera, se habían rendido.
Desde que el piloto se sube al avión para ir al Medio Oriente sabe que es un reto duro y peligroso. “Esta vez los organizadores propusieron una etapa de ‘48 horas crono’, algo que nunca se había experimentado en 45 años de Dakar.
Es decir, tenías un recorrido de 800 kilómetros de arena, todo totalmente deshabitado e incomunicados durante dos días. Debías detenerte a las 4:00 PM a dormir un poco, luego un helicóptero te entregaba un ‘sleeping’, una carpa, unos pocos implementos para poder cocinar o calentar algo de comida, y a las 6:00 AM del día siguiente, te lanzabas a terminar el recorrido, sin comunicación alguna”, cuenta Sebastián.
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Él destaca que además de haber sido la carrera más difícil en su experiencia del Rally Dakar, es donde consiguió su mejor posición en esta apasionante carrera de vértigo y velocidad, pero también de estrategia, nervios templados e inteligencia.
El tiempo de carrera acumulado fue de 60 horas y Guayasamín quedó a tres horas de los primeros lugares.
“La ayuda de Fernando fue fundamental. Un piloto muy ordenado, organizado, de 29 años de edad, estudioso de la ingeniería mecánica y con un gran nivel de competición”, según la descripción de Guayasamín.
La etapa maratón fue lo más duro para Sebastián porque también estaba pendiente de la crisis de seguridad que soportaba el Ecuador y eso casi le hace bajar los brazos.
“Tuve mucha angustia, me sentía mal, sin fuerza, pero saqué el espíritu de competencia para seguir. No podía salirme del Dakar, por mi carrera, por mi familia, por mi persona, por todas las horas y días de pensar en esto y de entrenar”.
“En el día dos de la etapa maratón, me faltaban 300 kilómetros. Cuando llegué me di cuenta que estaba octavo y había sacado dos horas de tiempo a los de atrás. Tenía una foto de mi esposa y mis hijas y eso me hizo mucho bien; la mente es súper importante, a veces me decía que deje todo ahí pero también me decía que debía seguir. Debes saber a qué parte de tu mente le escuchas”.
Ya cuando la meta se acerca, hay que tener una estrategia para manejar las fuerzas que quedan, explica Guayasamín.
La estrategia para llegar, conservar el resultado y cuidar el auto hasta el final es la concentración. “Nos dijeron que la penúltima etapa sería compleja, pero fue más que eso. Ponchamos cinco ruedas, yo llevaba dos ruedas extras de auxilio, pero no me alcanzaba. Dos amigos españoles me cedieron sus llantas de emergencia, uno de ellos Manolo Plaza con quien quedo muy agradecido”.
El ecuatoriano cuenta que el último tramo manejó con el aro roto para llegar a como diera lugar a la meta. “En el Dakar no puedes ir como loco porque le rompes al carro y te olvidas de todo. Cada día yo regresaba con el auto intacto, nunca me cayó una piedra y eso significa menos tiempo de trabajo para los mecánicos que pueden concentrarse en otros detalles”.
Una vez más, Guayasamín quiso agradecer a su copiloto, Fernando Acosta a quien conoce ocho años. “Fuimos a hacer la prueba en Marruecos, en octubre y quedamos segundos en el mundial”, finaliza. Ordenado en sus cosas. Fue una fortaleza navegar con él.