Desde la última banca del bloque 610 del estadio Khalifa rezaba que el juez central no pite el final partido, suplicaba que el milagro llegue de la mano de cualquiera de los 11 jugadores de la tricolor, pero esto nunca llegó a pasar. Desde los botines de Mendy salió disparado el balón y de mis ojos brotaron lágrimas por la eliminación de mi Tri.
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No pude frenar mis sentimientos y un llanto brotó de mí mientras realizaba una transmisión en vivo. La voz se me entrecortaba y tenía que guardar compostura para no quebrarme ante la inevitable situación: nos fuimos del Mundial.
Ante este escenario esperaba las burlas de la hinchada rival, que en un grupo mayor a 20 personas que estaban filas más abajo. Sin embargo, un felicitaciones y un enorme abrazo recibí por parte de ellos.
Ya en el exterior del escenario, otros senegaleses más se me acercaron, me pidieron una foto y me extendieron un abrazo diciendo: eres nuestro amigo, gran trabajo de Ecuador.
Qué bonito es el fútbol, qué bonito es recibir un abrazo de una persona que no volverás a ver, pero sabes que están conectados por un solo idioma: el Rey de los Deportes.
Similar situación lo vivieron otros compatriotas que el “vamos Ecuador” se escuchaban mientras nos retirábamos de los exteriores del Khalifa.
Queda un mal sabor de boca por lo que pudo haber sido, pero Ecuador se va con la frente en alto por todo lo mostrado. La falta de experiencia y los nervios nos pasaron facturas, pero estos errores nos harán más fuerte y el ‘sí se puede’ volverá a retumbar en un próximo mundial.