En apenas 5 días ya me sentí como uno un residente más y decidí aventurarme a tomar el primer bus que se atraviesa pensando absurdamente que me llevaría a mi hotel. Más equivocado no podía estar.
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Por un momento pensé que estaba en la capital donde con solo gritar “pare” podía bajarme donde quiera, en la sede del Mundial esto no es así.
La unidad de bus 824 sí pasó cerca de mi residencia, pero su próxima parada estaría varios kilómetros adelante. Por un momento me preocupe al ver que todo se convertía en un desierto y quede demasiado alejado para solicitar un Uber o esperar otro bus por lo agresivo del clima.
Sin embargo, el destino me tenía preparado un momento agradable y satisfactorio. Fue en Al Yanub donde una enorme comunidad de hinchas mundialistas se encontraban. El conjunto que lleva el mismo nombre de un estadio del Mundial estaba compuesto por múltiples bloques donde las culturas chocan y se divierten.
Es tal su extensión que existe un supermercado en su interior y puntos para recargar internet. Por supuesto, las obras de ate relacionadas al fútbol estaban en cada uno de sus fachadas.