Con 20 años de experiencia como maestro artesano, Luis Sáenz lidera la Panadería "Ecuacenteno", un sueño que nació de la venta ambulante y hoy, tras ocho años de vida comercial, se prepara para abrir su tercer local en la capital.
De las calles a la marca propia
El camino no fue sencillo. Luis recuerda con orgullo sus inicios: “Nació desde cuando trabajábamos en las calles, vendiendo postres en el sector del Tejar y San Roque“, comenta.
Fue en esa etapa de ventas ambulantes y pedidos personalizados donde se gestó la visión de crear algo más grande.
El nombre del negocio no es coincidencia. Sáenz explica que Ecuacenteno es un tributo a sus raíces y a la materia prima: “Ecua viene de Ecuador y centeno de la espiga”. Lo que comenzó como un esfuerzo de supervivencia en las calles de Quito, se transformó en una misión de vida, crear plazas de trabajo para la comunidad.

Calidad que atrae a todo Quito
Aunque Luis Sáenz se formó como maestro artesano hace 20 años, la panadería como local físico lleva ocho años en el mercado. Durante este tiempo, la evolución ha sido constante. Lo que diferencia a este lugar no es un solo producto, sino la consistencia en toda su oferta.
“No hay un producto estrella específico porque todos tienen alta rotación; nos esforzamos para que todo sea de la mejor calidad", afirma Sáenz.
Esta dedicación ha permitido que la clientela trascienda el barrio. Actualmente, personas del valle, el norte, el centro y el sur de Quito acuden a sus locales, atraídos por la recomendación boca a boca y la variedad que incluye.

Un futuro en expansión
Con dos sucursales operativas (una de ellas en el sector de la Ciudadela del Ejército) y una tercera próxima a inaugurarse, Ecuacenteno no planea detenerse. Sáenz visualiza un crecimiento que pronto podría llegar al norte de la ciudad, cumpliendo el sueño que tuvo hace años mientras recorría las calles con sus postres.
