Viajamos desde Quito a Guayaquil con la expectativa de conocer un paraíso, y así fue.
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A tan solo una hora y media de Guayaquil se encuentra Decameron Punta Centinela. Desde la llegada quedó clara la calidad del servicio: el check-in fue rápido y amable, con una explicación detallada del mapa del complejo y de las normas para aprovechar al máximo la estadía.
Primera impresión
La habitación, con cama doble y una vista imponente al mar, nos permitió dimensionar la magnitud del complejo. El hotel ofrece además habitaciones matrimoniales y familiares. Tras instalarnos, fuimos al buffet, donde abundaban mariscos, carnes con diferentes tipos de arroz, ensaladas y postres. El personal, siempre atento, ofrecía bebidas y cócteles sin demora.
Diversión bajo el sol
Con la barriga llena y el corazón contento, el siguiente paso fue disfrutar de la variedad de cócteles en los bares distribuidos en todo el complejo. Mientras tanto, huéspedes de todas las edades participaban en dinámicas y sesiones de bailoterapia organizadas por el equipo de animación.
También conocimos los salones de convenciones, guiados por Sofía Ponce, Jefa de Convenciones, quien nos explicó que cuentan con espacios como Machalilla, Sumpa, Chorrera, Guangala y el gran salón Valdivia, ideales para eventos, bodas o congresos. Incluso es posible organizar ceremonias frente al mar al atardecer, con capacidad para 200 invitados.
Encuentro con el mar
El radiante sol nos llevó finalmente a la playa. Allí los visitantes disfrutan desde cómodas sillas en la arena hasta actividades acuáticas como kayak, siempre acompañados por salvavidas atentos, tanto en piscina como en el mar.
Atardecer y relax
Cuando el sol se oculta, los tonos amarillos y anaranjados del horizonte convierten a Decameron en un escenario perfecto para contemplar el atardecer. Una opción irresistible es combinar ese momento con un masaje en el spa, donde se ofrecen tratamientos de relajación.
Una cena con propósito
Ya entrada la noche, el buffet se transforma en una experiencia distinta. Accedimos al restaurante de especialidad liderado por el chef ejecutivo Christian Jácome, quien nos presentó Ikigai, un menú asiático elaborado por 12 cocineros. En cada plato se integraban productos locales y extranjeros, dentro de una apuesta por la gastronomía y el turismo sostenible. De hecho, el hotel cuenta con un huerto hidropónico propio que garantiza frescura y conciencia ambiental.
Ritmo nocturno
Después de la cena, el entretenimiento continúa con un show nocturno que cambia de temática cada noche. En esta ocasión disfrutamos de un espectáculo inspirado en la cultura ecuatoriana, con bailes típicos y la chispa del conductor que animó al público.
Para quienes quieren seguir la fiesta, la discoteca abre sus puertas y los bares mantienen el servicio hasta la madrugada.
La experiencia en Decameron Punta Centinela combina diversión, descanso, gastronomía de primer nivel y la tranquilidad de un entorno seguro. Un lugar donde cada momento, del amanecer a la madrugada, se convierte en recuerdo inolvidable.
