Para las familias guayaquileñas el pan es parte esencial de su alimentación diaria y un pilar del tejido social. En una de las esquinas de la Av. Plaza Dañín, al norte de Guayaquil, se alza la historia de la Panadería Erick.
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No es solo un negocio; es un testamento de perseverancia, un sueño forjado en el dolor y la esperanza, que hoy celebra casi tres décadas de vida.
Metro Ecuador conversó en exclusiva con su fundador, Wilson Flores, un ambateño de nacimiento pero guayaquileño de corazón, cuya trayectoria es un himno al emprendimiento y al amor por el oficio.
El sueño de tener una panadería se cristalizó en medio de la necesidad. La Panadería Erick, un negocio tan querido por los guayaquileños, tiene un origen que Wilson Flores describe con profunda emoción: “Este sueño tan hermoso llamado Erick, pues nace de una necesidad”.

Era el año 1997, y su hijo Erick, de apenas dos años, enfrentaba serios problemas de salud. Panadero de toda la vida, Wilson sintió la imperante necesidad de ir más allá.
“Pensando en la salud, en la recuperación de mi hijo Erick, decidimos junto a mi esposa empezar este sueño llamado Panadería Erick”, relata Flores. Fue en mayo de 1997 cuando, en un pequeño local de 80 metros cuadrados, él, con 22 años, y su esposa, con 21, iniciaron lo que parecía un proyecto modesto. Él elaboraba el pan, y ella lo vendía.
La vida, sin embargo, tenía un giro trágico. En junio de ese mismo año, el pequeño Erick falleció. “Un 29 de junio, coincidencia de la vida, pues el día de mi cumpleaños. Eso me marcó de por vida, pero también me dio esa fortaleza que mi esposa también me transmitía y no dejar morir nunca su nombre”, confiesa Flores.

De esa profunda pérdida nació la fortaleza para honrar la memoria de su hijo y convertir su nombre en un legado.
Pasión más allá del horno
Lo que comenzó como una necesidad y un homenaje, se ha transformado en una próspera empresa. Hoy, la Panadería Erick ocupa un local de 350 metros cuadrados y cuenta con un equipo de producción de más de 10 personas, a punto de cumplir 30 años de operación. “Lo que empezó por una necesidad se ha convertido en una fuente de empleo, y continúo haciendo lo que más me gusta, porque disfruto de esta hermosa profesión, ser panadero”, destaca Flores.
La variedad es una constante en Panadería Erick. “Tenemos más de 20 variedades de pan que salen a diario a la venta”, afirma Wilson. Pero la innovación es clave: “Todos los días estamos creando, las exigencias de nuestros clientes siempre son más. Hoy por hoy la tecnología nos permite salir al mundo y, pues, a veces viene un cliente que dice, necesito que me desarrolle este pan, pues nosotros no tenemos límites en crear”.

Este espíritu creativo les permite ofrecer productos que se adaptan a los gustos cambiantes de su clientela.
El Pan: sustento, tradición y dignidad
Para Wilson, ser panadero es una vocación con un profundo significado. “Ha sido lo más bonito de esta profesión el ser panadero, recibir familias que se van a alimentar, que van a llevar a la casa este producto tan preciado”, expresa con emoción.
Y añade una reflexión personal: “La verdad que yo siempre digo: el pan es bíblico, pues el Padre Nuestro dice: ”que el pan de cada día nunca nos falte”. Y lo más hermoso es llegar a casa y poder compartir en la mesa con la familia y decir: todo se lo debo a esta hermosa profesión”.
Su vínculo con el pan se forjó desde la infancia. Nacido en un pequeño pueblo cerca de Ambato llamado Píllaro, la necesidad lo trajo a Guayaquil a los trece años.
“Mi mamá estaba muy delicada de salud, muy enferma, y siendo el mayor de tres hermanos me vi en la obligación de venir a trabajar a Guayaquil”, recuerda. El cambio fue drástico, de temperaturas bajas a un calor intenso en el taller de producción. Sin embargo, “quedé enganchado desde el primer día cuando entré, ese olor a pan, por eso amo esta profesión y hago lo que hago porque me apasiona y me gusta”.
Con casi tres décadas de trayectoria, Wilson Flores tiene un mensaje de gratitud para los guayaquileños que han sido parte fundamental del éxito de Panadería Erick.
“Les agradezco a todos mis clientes de todo corazón, gracias a ellos, gracias a Dios, Panadería Erick está próximo a cumplir 30 años, dependemos de ustedes, nuestros clientes, de su compra diaria para que Panadería Erick siga funcionando y perdurando en el tiempo”, destaca.