Rocío Camino, la tercera generación en el negocio. Ella y sus cuatro hermanos son los propietarios de La Exquisita, un emblemático restaurante del centro de Quito, ubicado en la Caldas y Gran Colombia, en San Blas.
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Rocío cuenta que su abuela empezó hace unos 84 años con el negocio, en el zagúan de la casa donde ahora funciona el restaurante totalmente remodelado. Luego, su madre tomó la dirección de la cocina y ahora es ella quien imprime la sazón a sus deliciosos platos típicos. Gracias a Toni Lácteos, visitamos el restaurante para conocer su historia y los secretos de la fanesca que prepara.
Según relata, el secreto de su fanesca está en pelar los granos para que sea más ligera; así como el tratamiento que le da al pescado para que no se sienta muy salado y apaciguar su característico aroma, para que se pueda saborear y disfrutar realmente al plato.
Además de la fanesca, que se sirve con un delicioso plato de higos con queso, otras deliciosas tradicionales son parte del menú. Al respecto, indica que “los fogones los llevamos en la sangre. En mis manos conservo el legado de mi abuela y mi madre. No sé si nuestros hijos sigan con la tradición, porque estar en las cocinas es una profesión muy dura”.
Rocío revela que la cocina es una profesión que absorbe mucho tiempo y que exige entrega. Pero ella está feliz de hacerlo porque “es una bendición que mi sazón guste a tanta gente”.
“La gente que viene a nuestro local es tratada con cariño. Tienen la confianza de servirse un plato que está bien elaborado, con estrictos controles de calidad. Llegan comensales de muchos años y alaban el hecho de siempre ser atendidos con una sonrisa”, afirma.
De igual forma, las redes sociales han sido un puntal importante para continuar con su negocio, “la gente reconoce que nuestra comida es buena”, finalizó.