La música y la forma en que nos relacionamos con ella es un proceso que favorece varios ámbitos en el desarrollo de los niños. Y es que esta relación con el sonido, el ritmo, la melodía y la armonía debe iniciar desde tempranas edades, para fomentar este hábito sano que satisface las necesidades físicas, emocionales, mentales, sociales y cognitivas del ser humano.
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Es conocido que la música otorga varios beneficios para quien la disfruta, como potenciar la creatividad, la concentración, la imaginación, el control motor, las capacidades cognitivas, así como la interacción y la comunicación. Por eso es tan importante que esté presente a toda hora del día.
¿Cómo lograr que la música sea parte de la familia?
La relación con la música empieza desde casa y con pequeñas acciones podemos incorporarla en nuestra cotidianidad:
- Cantar mientras sea el momento del baño o cambio de pañal, nombrando las partes de su cuerpo.
- Poner música que invite a moverse y bailar libremente o en círculos con los niños y niñas en brazos
- Cantar y arrullar a los niños al momento de dormir
- “Hacer música” con elementos que encontremos cerca para fomentar la creatividad y el juego.
- Acompañar las actividades en casa con música suave, de preferencia en el mismo lugar de la casa, a la misma hora, de tal forma que se convierta en un hábito.
La estimulación musical, a través de varias actividades, logra mejorar el aprendizaje en todas las demás habilidades no musicales. Por ejemplo, a través del lenguaje y el canto, se facilita a los niños el tema del lenguaje; a través del movimiento, se estimula la expresión corporal y la coordinación; a través de la melodía, el desarrollo del sentido rítmico y la percepción auditiva; y a través de la lírica, la expresión de sus emociones.