Los experimentos y juegos científicos captan la atención de los pequeños; por eso, la ciencia se puede aprender fácilmente gracias a ellos, pues se convierten en herramientas eficaces para entender la realidad.
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Desde los primeros meses los niños son curiosos por naturaleza, les intriga lo que les rodea y están atentos al menor ruido; a medida que desarrollan sus capacidades de lenguaje, gesticulación y movilidad, de forma casi instintiva busca hurgar lo que le llama la atención.
La ciencia alimenta esa curiosidad y les proporciona aprendizajes valiosos desde los primeros años. A través de ella, los niños hacen observaciones, recopilan información, formulan preguntas y usan el pensamiento lógico para llegar a una conclusión.
De allí que los niños son actores del proceso de aprendizaje: desarrollan hipótesis, identifican consecuencias, solicitan información adicional y comprenden los mecanismos de los aspectos que los rodea.
Actividades y experimentos para niños
En casa, experimentar con masa sensorial, nieve de colores, hacer masitas para promover la motricidad fina, mezcla de colores para obras de arte, entre otras actividades, genera muchos beneficios: los niños desarrollan la curiosidad por lo desconocido y se aproximan a los problemas con entusiasmo.
Además, el aprendizaje es activo, ya que involucra al niño participando, escuchando las ideas de los demás y trabaja en equipo.
El factor sorpresa al final de un experimento también es ideal para captar la atención de los niños que son, por naturaleza, receptores de información y fuente de curiosidad. La ciencia en edades tempranas ayuda a desarrollar el pensamiento crítico, a observar y a razonar.
Hay experimentos y juegos para motivar la curiosidad; con ellos los niños reflexionan, investigan y desarrollan flexibilidad y apertura mental. De forma casera se pueden elaborar juguetes que cumplen este fin, pero pero en el mercado hay una variedad que cumple esta función.