Los cuidados de mamá curan cualquier mal, porque están cargados del cariño más sincero del mundo. De bebés nos sobaba la pancita para aliviar el dolor. A cualquier hora, no falta una toalla húmeda en la frente para bajar la temperatura. Y cómo no mencionar los desvelos hasta que la fiebre se vaya. La “vieja confiable” de mamá es la frase que ha perdurado en el tiempo: “bebe esto y te sentirás mejor”. Sin duda, mamá es la mejor enfermera.
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La preocupación de mamá porque siempre estemos al 100% no descansa. Jamás se da la oportunidad de estar decaída, o al menos mostrarse así, con tal de siempre cuidarnos y mantenernos sanos. En casa, mamá siempre tiene algo para cada cosa. Y si es necesario, nos lleva corriendo al hospital; a la hora que sea. Ella sabe qué tan mal de salud podemos estar. Con solo mirarnos ya tiene un diagnóstico preciso.
Incluso si tenemos un día triste, mamá nos llama por teléfono -de la nada- para saber si todo está bien. En el fondo está segura que algo no anda bien. Al llegar a casa nos recibe con un abrazo reparador y un platito de comida en la mesa que te devuelve la vida. Al ir a la cama, nos arropa y con un beso en la frente de buenas noches nos dice “mañana será otro día, te amo”. Nuestro dolor, es el dolor de mamá y obvio si nos llevó nueve meses en su vientre.
Si mamá nos dice no, es porque realmente nos cuida. Mamá siempre quiere lo mejor para nosotros. Pues, su mejor proyecto de vida son sus hijos. El corazón de mamá se alimenta con solo nuestra existencia, con vernos crecer sanos, felices y logrando nuestras metas. Desde que aprendimos a dar nuestros primeros pasos, ella ha estado allí para impulsarnos a cumplir nuestros sueños.
Para mamá no hay imposibles; mamá todo lo puede. Su mirada, su voz, sus manos, y su calor es único. Dos estrellas son sus ojos al mirarnos, oírla es un ruiseñor, como una seda son las caricias de mamá y hay olores específicos que nos trasladan hasta ella. Eso podemos sentirlo solo por mamá.
El amor por y de mamá no tiene límites...
