Según la Organización Mundial de la Salud, en el mundo existen alrededor de 50 millones de personas que padecen epilepsia, diagnosticándose anualmente 2.4 millones de casos nuevos. En Ecuador, entre el 1 y 2% de la población la padece.
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¿Qué es la epilepsia?
Patricio Abad, neurólogo del Hospital Metropolitano, indica que se trata de un trastorno que interrumpe la actividad de las células nerviosas en el cerebro. Para ser diagnosticada como tal, la epilepsia tiene que ser recurrente, por lo menos dos crisis o episodios, y tiene que producirse de manera espontánea.
“La epilepsia ha sido considerada como una enfermedad sagrada y existe evidencia de ella desde hace 2.000 A.C. No fue sino hasta que Hipócrates señaló que esta condición se originaba en el cerebro y no tenía relación con embrujamientos o posesión demoniaca”, indica Abad.
Sin embargo, todavía en nuestra época existen prejuicios y concepciones erradas de esta condición, lo cual conlleva a que los pacientes pierdan sus trabajos, que no tengan la oportunidad de estudiar adecuadamente, e incluso sean sujetos de bullying, por lo que se hace importante difundir más sobre esta enfermedad.
Actualmente se han identificado 56 tipos de epilepsia, que pueden aparecer por diferentes causas como problemas en el nacimiento, infecciones importantes durante la primera infancia, traumatismos encefalocraneanos, lesiones estructurales como tumores o malformaciones arteriovenosas, meningitis, encefalitis, entre otras.
En pacientes con Alzheimer y otras demencias puede presentarse en el 30% de ellos y en un buen porcentaje guardan relación con una causa genética. En este sentido, se han identificado más de 280 mutaciones que pueden estar relacionadas con epilepsia.
¿Cómo reconocer estas crisis?
La epilepsia puede presentarse a cualquier edad. En los niños, las crisis pueden ser más sutiles, con movimientos pequeños de una extremidad o de todas, o con movimientos oculares que se denominan como automatismos. En la mayoría de pacientes, las crisis se presentan con convulsiones que pueden traer consigo mordedura de lengua o relajación de los esfínteres.
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Pero gracias a la nueva tecnología, como el caso del video monitoreo prolongado e imágenes de resonancia magnética avanzadas, la posibilidad de hacer un diagnóstico en la mayoría de los pacientes es bastante certera.
¿Podemos evitarla?
Se puede prevenir, sobretodo en ciertas circunstancias. Al dotar de agua segura a las comunidades, se podría eliminar una serie de causas parasitarias como la neurocisticercosis, que cada vez es menos común en el país.
De igual forma, se pueden prevenir infecciones en el recién nacido y trabajar en la prevención de accidentes de tránsito que pueden producir traumas posteriores.
Desde el punto de vista genético, cuando se conoce que uno de los padres tiene una mutación relacionada, se puede tratar de modificarla.
Cabe recalcar que el 70% de los pacientes diagnosticados de forma oportuna pueden tener un buen control de esta condición y una buena calidad de vida.