En el ecosistema financiero ecuatoriano, pocos perfiles combinan experiencia internacional, liderazgo estratégico y sentido social como Iván Andrade, presidente del Banco del Pacífico.
Con cinco décadas de trayectoria entre multinacionales, banca global y servicio público, Andrade ha ocupado cargos clave en América, Europa y Ecuador, incluyendo el Ministerio de Finanzas y la presidencia de la CFN. Desde marzo de 2025 lidera al Banco del Pacífico en un momento decisivo para la economía: reactivación, acceso a vivienda, apoyo a pymes y expansión de servicios a nivel nacional.
En esta entrevista, Andrade repasa su formación profesional y explica cómo su estilo de liderazgo —basado en puertas abiertas, aprendizaje constante y trabajo en equipo— guía la nueva etapa del banco.
Usted tiene una trayectoria de 50 años entre banca internacional, multinacionales y servicio público. ¿Cómo resume esa evolución profesional?
—He tenido la oportunidad de trabajar en ambientes profundamente diversos, y eso ha marcado mi manera de liderar. Inicié mi carrera el 2 de septiembre de 1975 en una importante institución, donde aprendí la rigurosidad del sistema financiero internacional y la importancia de trabajar con estándares globales. Luego continué en otra compañía, donde me formé en áreas gerenciales y entendí que finanzas y gestión son disciplinas complementarias que determinan el impacto real de una organización.
Más allá de los cargos, lo más valioso de mis años en esas empresas fue haber vivido 25 de mis 50 años profesionales fuera del Ecuador, en Estados Unidos, Inglaterra y otros países donde tuve responsabilidades regionales. Aprender de culturas distintas, liderar equipos multinacionales y entender dinámicas económicas globales me permitió desarrollar una visión amplia y flexible, enfocada en la resolución de problemas.
También he tenido la oportunidad de servir al país en diferentes momentos, como Ministro de Finanzas y más tarde presidí la CFN en dos periodos distintos. Siempre he creído que el servicio público es una obligación moral cuando uno tiene conocimiento técnico que puede aportar. Y así llego hoy al Banco del Pacífico, con la convicción de que la banca puede transformar vidas cuando se gestiona con responsabilidad, sensibilidad y visión estratégica.
El rol de la banca, en momentos difíciles, es estar presente con soluciones reales.
¿Cómo define su estilo de liderazgo dentro del Banco del Pacífico?
—Mi liderazgo es sencillo de explicar, pero profundo al aplicarlo. Creo en las puertas abiertas, en eliminar jerarquías innecesarias y en fomentar un ambiente donde las personas se sientan escuchadas y valoradas. La banca no es una estructura rígida, es una industria de servicio donde cada colaborador, desde quien recibe al cliente hasta quien dirige un área técnica, contribuye al resultado.
Además, sostengo que el liderazgo no consiste en imponer, sino en aprender, escuchar a los equipos, incorporar perspectivas distintas y compartir lo que he vivido. Liderar es servir, y esa es la base de cómo conduzco el banco. No se trata de empoderarse por ocupar un cargo, sino de asumir la responsabilidad de estar al servicio de la gente que trabaja aquí y de quienes confían su dinero en nosotros. Cuando una institución tiene más de 2.7 millones de depositantes, como es nuestro caso, la humildad no es una opción: es un deber. Esa cultura es la que quiero consolidar.
¿Cómo describiría el desempeño financiero reciente?
—Los resultados son la evidencia de un trabajo estructurado, responsable y orientado al cliente. A septiembre registramos una utilidad neta de 145 millones de dólares, proyectando cerrar el año con al menos 185 millones, superando ampliamente los 158 millones del año anterior. Además, ya hemos pagado 51 millones en impuesto a la renta a septiembre, y proyectamos cerrar entre 60 y 65 millones.
Al ser un banco privado, tenemos la responsabilidad de proteger cada dólar de nuestros depositantes. Hoy manejamos más de 7.400 millones en depósitos, y nuestra cartera de crédito asciende a 5.700 millones. La disciplina en evaluación de riesgo y cobranza es fundamental. El índice de morosidad lo demuestra: pasamos de 3,55% en diciembre del año pasado a 2,82% en septiembre. Esto no ocurre por casualidad, sino por una gestión técnica clara.
Pero el desempeño financiero no es un fin en sí mismo: es un medio para impulsar el desarrollo, por eso hemos colocado 132 millones en nuevos créditos para pymes y 549 millones para el sector empresarial y corporativo, beneficiando a más de 120 empresas en diversas industrias. La banca sólida debe ser banca útil, y ese es el objetivo.
La reactivación económica ha sido un reto para pymes y familias, por ejemplo, programas como Levántate Mi Pyme
—Levántate Mi Pyme es uno de los programas de los que más orgullosos estamos porque refleja de manera directa el compromiso social del banco. Lo lanzamos en marzo, justo después de episodios de inundaciones y afectaciones climáticas que golpearon especialmente a los pequeños negocios.
Este producto fue diseñado para ofrecer alivio inmediato con tasas desde el 9,50%, plazos de hasta 5 años, períodos de gracia de hasta 6 meses y una garantía del 75% otorgada por la CFN. Los resultados han sido contundentes: 40 millones de dólares desembolsados, más de 680 negocios reactivados, 3.410 empleos fortalecidos y más de 10.000 familias beneficiadas.
Esto no son solo cifras; son tiendas que volvieron a abrir, talleres que evitaron despedir personal, emprendedores que encontraron estabilidad y comunidades que recuperaron dinamismo económico. Y como la demanda continuó, decidimos ampliar el programa con 10 millones adicionales antes de finalizar el año.
¿Cómo se integra el crédito hipotecario Mi Casa Propia a la oferta del Banco?
—Este crédito hipotecario es una pieza clave dentro de nuestra estrategia de inclusión financiera. Está respaldado por el programa MITI MITI, una iniciativa del Gobierno Nacional que permite que los bancos ofrezcamos una tasa preferencial del 4,87% anual al comprador final. ¿Cómo funciona? El Estado otorga un 5% adicional a las entidades financieras, lo que equilibra la operación y hace viable que podamos colocar hipotecas con condiciones tan favorables.
El programa está dirigido a hogares que buscan su primera vivienda dentro de las categorías VIS y VIP, con precios que van desde los 83.660 hasta los 107.630 dólares. Además, permite financiar hasta el 95% del valor del inmueble, con plazos de 20 o 25 años y cuotas iniciales desde el 5%, lo que reduce barreras históricas de entrada para familias que carecían de ahorros significativos. También cuenta con límites de ingresos para asegurar el enfoque social: el solicitante puede percibir hasta 2.980 dólares mensuales.
Hemos asignado un monto inicial de 70 millones de dólares, suficiente para financiar cerca de 1.400 viviendas si consideramos un valor promedio de 50.000 dólares. Más allá del número, se trata de ofrecer estabilidad, arraigo y oportunidades, y es una de las formas más concretas de transformar la vida de nuestros clientes.
¿Qué representa la red ‘Mi Banco’ en esta expansión que buscan?
—Este programa ha evolucionado hasta convertirse en una de las redes de corresponsales no bancarios más grandes del país, con 9.616 puntos de atención distribuidos en las 24 provincias. Su esencia es simple pero poderosa: llevar servicios financieros a los lugares donde la gente realmente vive, trabaja y se mueve, como tiendas de barrio, mercados, panaderías, ferreterías, farmacias y pequeños comercios que forman parte del tejido social de cada comunidad. Allí, las personas pueden realizar depósitos, retiros, pagos de servicios básicos, impuestos, multas e incluso pensiones alimenticias, algo único en el sistema bancario nacional.
Y de cara al 2026, proyectamos incorporar 2.000 nuevos corresponsales y sumar al menos 100 servicios adicionales.

¿Cómo visualiza el papel del Banco del Pacífico en los próximos años?
—El Banco del Pacífico tiene un rol protagónico en la construcción del futuro económico del Ecuador, y esa responsabilidad la asumimos con plena conciencia. Visualizo a la institución como un agente activo en tres grandes frentes: fortalecer el sistema financiero, impulsar la productividad y ampliar las oportunidades para todos los segmentos de la población.
El futuro del país depende de que más ciudadanos accedan a servicios financieros formales que les permitan crecer, ahorrar, invertir y tener estabilidad. Nuestro papel será ampliar esas puertas.
¿Qué desafíos personales y profesionales le motivan hoy en su rol?
—El banco es una institución con enorme potencial y parte de mi desafío es acompañar a nuestros equipos para que ese potencial se traduzca en impacto concreto para el país.
En lo profesional, tengo tres retos claros. El primero es consolidar la modernización de la banca; profundizar la inclusión financiera; y es asegurar que el Banco del Pacífico siga siendo un referente de solidez y confianza.
Asumir estos desafíos no es una carga, sino un privilegio.

