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Josué De la Maza : “Nestlé seguirá creando valor para Ecuador por muchas décadas más”

Josué De la Maza, Presidente Ejecutivo de Nestlé Ecuador
Josué De la Maza, Presidente Ejecutivo de Nestlé Ecuador (Andrea Martínez)

Josué De la Maza, Presidente Ejecutivo de Nestlé Ecuador, nos recibió en su oficina para compartir con nosotros cómo la compañía ha construido un legado de 70 años en el país, impulsado por inversión estratégica, desarrollo agrícola, digitalización y un firme compromiso con las comunidades.

Con USD 63 millones destinados a modernizar plantas y expandir capacidades productivas, Nestlé se prepara para exportar más, innovar más y seguir transformando vidas, especialmente de los 7.500 cacaoteros que forman parte del corazón operativo de la empresa.

Este 2025 es un año muy especial: los 70 años de Nestlé en Ecuador y, paralelamente, tus 30 años dentro de la compañía, ¿cómo viviste este aniversario desde tu rol y desde tu historia personal?

—Nestlé tiene una relación profunda con el Ecuador: siete décadas construidas por generaciones de personas que trabajaron con pasión para el país. Nuestro negocio está basado en marcas que generan vínculos emocionales, que crean memorias en los hogares. Ese legado se mantiene vivo gracias a la inversión, la innovación y el compromiso con la sociedad ecuatoriana. Mi trayectoria de 30 años en siete países me recuerda que los legados se construyen con personas, y llegar a Ecuador ha sido una experiencia maravillosa por su diversidad, su cultura y su potencial.

¿Qué representa Ecuador para la operación global?

—Nestlé, aunque global, es ante todo, una empresa profundamente local en cada país donde opera.


Nuestro compromiso no se limita al legado: se proyecta hacia adelante. En ese sentido, Ecuador aporta más de lo que refleja su tamaño en términos de negocio. Aporta innovación agrícola, talento humano, prácticas sostenibles y un modelo de relación con productores que ha sido replicado en otros países. Además, tenemos un negocio per cápita relevante dentro del grupo, lo que demuestra que cuando un mercado está bien gestionado, puede sobresalir incluso frente a economías más grandes.

Si Nestlé fuera un boxeador —como suelo decirlo con cariño—, Ecuador estaría peleando en una categoría por encima de su peso. Y lo está haciendo bien. Tenemos talento ecuatoriano trabajando en Suiza, en Centroamérica, en Estados Unidos, en Perú. Exportamos no solo productos: exportamos capacidades, liderazgo y conocimiento.

Lo que representan estos 70 años también es una especie de puente: entre el pasado que nos sostiene y el futuro que estamos obligados a construir. Y construir futuro implica hacer un aporte tangible al bienestar del país. Esa responsabilidad trasciende el negocio.

Cuando hablas de “responsabilidad”, ¿a qué te refieres en términos concretos?

—A varias cosas. La primera es la responsabilidad económica: generar empleo, invertir, producir localmente y fortalecer cadenas de valor. Pero también está la responsabilidad social: ayudar a que las comunidades con las que trabajamos crezcan. Y, por supuesto, la responsabilidad ambiental, que hoy es innegociable.

También sentimos una enorme responsabilidad con el sector agrícola. El campo ecuatoriano atraviesa desafíos importantes: migración de jóvenes, falta de tecnificación, costos de producción. Nuestro trabajo con los 7.500 cacaoteros demuestra que, con acompañamiento adecuado, la agricultura puede ser rentable, digna y sostenible. Ese es un mensaje poderoso para el futuro del país.

En el marco de este aniversario, Nestlé anunció una inversión histórica de USD 63 millones para los próximos tres años. ¿Qué representa esto para nuestro país?

—Representa confianza. Invertimos constantemente en tecnología, digitalización e infraestructura industrial, y esta vez el foco está en nuestras fábricas. Tenemos tres plantas: Tabacundo (Nature’s Heart) y dos en Guayaquil (Ceibos y Surindu). En Ceibos, expandiremos la capacidad productiva de salsas frías, porque ya operábamos sobre el 90% de capacidad. En Surindu automatizamos el final de la línea de galletas, lo cual mejora productividad, ergonomía y velocidad. Además, toda la planta está migrando a procesos digitales sin papel, conectividad mejorada y herramientas como Power BI.

¿Esta expansión permitirá aumentar exportaciones desde Ecuador?

—Sin duda. Hoy exportamos galletas Amor y Tango a Estados Unidos y España, principalmente a comunidades migrantes, aunque cada vez más consumidores locales también las eligen. Exportar más depende de tener capacidad instalada suficiente. Si una fábrica está al límite, es imposible pensar en nuevos mercados. Esta inversión abre esa puerta.

Estos 70 años son la confirmación de un vínculo profundo entre Nestlé y el Ecuador

Hablemos del cacao, uno de los puntos más potentes de Nestlé Ecuador. ¿Cómo se ha construido esta red de productores?

— Trabajamos con más de 7.500 cacaoteros, con fincas promedio de 4,5 hectáreas. Su productividad es 70% superior al promedio nacional. Esto se logra con conocimiento, herramientas y acompañamiento técnico. A través de nuestra escuela de agroemprendimiento, graduamos a más de 400 productores al año. Les enseñamos injertos, control de plagas, agricultura regenerativa, manejo del agua, diversificación de cultivos, e incluso lombricultura con lombriz californiana.

Este trabajo tiene un impacto profundo: agricultores que por primera vez pueden enviar a sus hijos a la universidad, mejorar sus hogares o invertir en herramientas. Es ahí donde uno siente que el trabajo realmente transforma vidas.

En un escenario global, ¿qué oportunidades se abren con el tema del cacao?

—Si no es este año, será el próximo, pero Ecuador se convertirá en el segundo exportador de cacao del mundo. Y lo más importante es que nuestro cacao es el mejor. Exportamos manteca, licor de cacao y semielaborados a mercados como Japón, Australia, Chile, Colombia y Perú.

Además, todo nuestro cacao cuenta con certificaciones de sostenibilidad, enfocados en mejorar las condiciones sociales y con prácticas sostenibles.

Para esto, ¿qué tan relevantes son las dos fincas experimentales de investigación agrícola de Nestlé en el país?

—Son un orgullo nacional. En Nanegalito tenemos 10 hectáreas para investigación de café arábigo; y en Chollo (Quevedo), 52 hectáreas para café robusta y cacao. Estas fincas reportan directamente a Suiza y forman parte de los cuatro centros globales de investigación agrícola de Nestlé. Con drones, inteligencia artificial y monitoreo satelital analizamos resistencia a plagas, manejo de agua, nuevas variedades y productividad. De esta manera, Ecuador exporta ciencia agrícola al mundo.

Hernán Cueva, CEO de Metro Ecuador, junto a Josué De la Maza, Presidente Ejecutivo de Nestlé Ecuador
Hernán Cueva, CEO de Metro Ecuador, junto a Josué De la Maza, Presidente Ejecutivo de Nestlé Ecuador (Andrea Martínez)

En otro tema, Nestlé ha sido reconocida como empresa líder en valor compartido. ¿Qué programas se destacan?

—Nuestro modelo de Creación de Valor Compartido es parte esencial de nuestro ADN. Somos Plástico Neutro, recogemos más plástico del que generamos a través de nuestros dos grandes aliados RENAREC y GIRA. Hemos impactado a más de 750 recicladores, el 70% mujeres. Trabajamos también en Iniciativa por los Jóvenes, con el que desde 2015 hemos impactado a más de 274.000 jóvenes mediante tres ejes: empleo, emprendimiento y agroemprendimiento. Además, a través de la iniciativa YOCUTA (Young Culinary Talents) y Jóvenes Baristas, iniciativas lideradas por Nestlé Professional, brindamos conocimientos sobre gastronomía y barismo para propiciar empleabilidad a las nuevas generaciones mediante formación técnica y experiencias prácticas, logrando que los jóvenes luego trabajen en hoteles, cafeterías y restaurantes, muchos provenientes de contextos vulnerables.

Por último, tenemos a Nescuelita, nuestro espacio educativo gratuito para nutrición y hábitos saludables que ya ha beneficiado a más de 2.400 niños.

Todo esto refleja lo que creemos: una empresa es también un ciudadano corporativo.

¿Cómo ha sido para ti liderar Nestlé Ecuador en un contexto tan retador como el de los últimos años?

—Ecuador está en transformación y eso siempre implica retos. El año pasado enfrentamos apagones, incendios, inestabilidad política y un entorno social complejo. Aun así, mi equipo reaccionó con una capacidad admirable: no se perdió un solo día de producción. Nos preparamos para autogenerar energía y fuimos la primera empresa en adherirse a los compromisos de apoyo al sistema eléctrico nacional. La resiliencia del país se refleja también en las empresas, y nosotros crecimos en doble dígito gracias a la expansión del volumen y al impulso del precio del cacao.

Ecuador puede acelerar su desarrollo si construimos juntos: empresas, gobierno, academia y sociedad civil.

¿Qué te ha sorprendido de este país en estos dos años al frente de la compañía?

—Su capacidad de resiliencia. Lo menciono mucho porque realmente lo vivo día a día. He trabajado en varios países, pero la rapidez con la que el ecuatoriano se adapta, se reorganiza y sigue adelante es admirable.

También me sorprende la diversidad del país. En una distancia muy corta, pasas del páramo al trópico, del mar a la montaña, y cada región tiene una cultura distinta, un paladar distinto, una forma distinta de relacionarse con la comida. Para una empresa de alimentos eso es una riqueza inmensa.

Y finalmente, me sorprende el orgullo de los ecuatorianos por sus productos. Cuando exportamos Amor o Tango, no solo enviamos galletas: enviamos identidad. Y eso se siente.

¿Cómo visualizas la relación de la compañía con Ecuador en los próximos años?

—La visualizo más fuerte, más moderna y más arraigada al territorio. Veo un Nestlé con plantas aún más tecnificadas, con exportaciones crecientes, con talento ecuatoriano ocupando posiciones globales y con un impacto social cada vez más medible.

Me imagino también un país donde el cacao ecuatoriano —el mejor del mundo— siga escalando posiciones, pero con productores más jóvenes involucrándose, con mujeres liderando fincas, con cadenas de valor totalmente digitalizadas. Nosotros ya trabajamos con drones, inteligencia artificial e imágenes satelitales. En diez años eso será la norma para toda la agricultura del país.

También visualizo un Nestlé que seguirá fortaleciendo programas educativos. El futuro pasa por el conocimiento: por baristas mejor formados, por chefs más profesionales, por agricultores tecnificados, por niños que aprenden hábitos desde temprana edad.

Y sobre todo, veo un país que estará mejor gracias a alianzas entre el sector público y privado. Creo profundamente que Ecuador puede acelerar su desarrollo si construimos juntos: empresas, gobierno, academia y sociedad civil.

¿Cuál sería tu reflexión final sobre este aniversario y el camino que sigue?

—Creo que los 70 años de Nestlé Ecuador nos obligan a mirar el pasado con gratitud, pero sobre todo a mirar el futuro con responsabilidad. Hemos recibido mucho del país: confianza, talento, tierra, cultura. Y es nuestro deber devolverlo multiplicado.

El camino que sigue es de modernización, innovación y sostenibilidad. Pero también de humanidad. Porque las empresas, al final, son personas trabajando para personas. Si somos capaces de mantener esa esencia, Nestlé seguirá construyendo valor para Ecuador por muchas décadas más.

Nuestro compromiso es claro: seguir apostando por el país, por su gente y por su potencial. Este aniversario no es un cierre, sino el comienzo de una nueva etapa.

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