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Santiago Gangotena : Esta es la huella que dejó el fundador de la USFQ en su hijo y sus colaboradores

A un mes de la partida de Santiago Gangotena, su hijo y uno de sus más cercanos colaboradores, recuerdan lo bueno, lo malo y lo nunca olvidarán de este importante personaje ecuatoriano.

Entrevista CEO a CEO

A un mes de la partida de Santiago Gangotena, fundador de la Universidad San Francisco de Quito, su hijo Santiago José Gangotena, y uno de sus más cercanos colaboradores y amigo, Jorge Gómez Tejada, Presidente de la Corporación de Promoción Universitaria (CPU), gestora de la USFQ, compartieron con Metro Ecuador aspectos desconocidos de este personaje quiteño.

En entrevista con Hernán Cueva, CEO de Metro Ecuador, explican cuál sería el legado de Gangotena en el país, así como los proyectos con los que soñaba y que no alcanzó a ejecutarlos.

¿Queremos conocer más sobre la USFQ y la CPU?

Santiago José: La Universidad San Francisco de Quito (USFQ) fue fundada en 1988, pero la Corporación nació en 1981 como la institución que sustentó y mantuvo el proyecto académico hasta su reconocimiento en 1995, con acuerdo presidencial de Sixto Durán Ballén.

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Jorge: La CPU administró la USFQ hasta el 2015, ya que la Ley de Educación Superior forzó su separación inmediata. Desde ese momento, la CPU empieza a reconstituirse y hoy está consolidándose. El futuro rol de la CPU será seguir apoyando a la Universidad, junto con varias empresas del grupo.

Estamos trabajando en proyectos nuevos, muchos de ellos los empezamos con Santiago, y en los próximos años vendrán cosas interesantes.

¿Cómo seguirá el trabajo en la CPU tras la partida de Santiago Gangotena??

Santiago José: Nunca paramos. Para bien o para mal, el trabajo ha permitido sobrellevar la pérdida. Nos hemos mantenido ocupados en las cosas que él tenía cerca de su corazón, los proyectos que quería.

Como CPU, han surgido nuevas ideas para ir fortaleciendo los grandes ejes de lo que él era y quería aportar al país.

Jorge: Santiago era un emprendedor. Dejaba que otros se encarguen de la administración, mientras él estaba enfocado en crear valor. Tenía ciertos proyectos que se habían quedado en la papelera, por burocracia, cambios de gobierno, inestabilidad política en el país, como el de la Vía del Sol. La última ocasión estaba motivado y dijo “Ahora sí”, porque le resultaba ilógico que Ecuador no tenga una buena vía que conecte Quito y Guayaquil en tres horas.

Santiago José: Con cada nuevo gobierno, mi papá se emocionaba porque parecía que había la apertura para hacerlo. Ya tenía trazada la vía.

Jorge: Santiago podía parecer una persona desconfiada del Ecuador y con pocas esperanzas en el país. Sin embargo, él seguía apostándole al país y eso nos inspiraba a todos a hacer lo mismo. Nosotros estudiamos y vivimos en el extranjero, pero volvimos acá y nos ha mantenido esa esperanza constante e infatigable que Santiago tenía para el Ecuador. Sino, ¿por qué crear una universidad aquí?

En la última entrevista con Metro, le pregunté si alguna vez imaginó fundar la universidad más grande del país, a lo que respondió: “me imaginaba algo mucho más grande”. Es decir, un visionario que seguía creando.

Santiago José: Mi esposa decía que mi papá tenía un “pacto con el diablo” porque no entendía que a sus 77 años podía hacer todo lo que se proponía, como irse de viaje por Europa cargando maletas. Pasar tiempo con él en vacaciones nunca fue estar sentado. Era muy activo y tal vez el único tiempo que descansaba era cuando llegaba a casa y veía películas de acción.

El resto del tiempo estaba escribiendo o hablando con alguien de algún proyecto. El crecimiento de la Universidad, de la CPU, de todo lo que ha hecho, está atado a que nunca fue un administrador que controla a las personas y su tiempo. No solo tenía esperanza en el país, sino confianza en las personas. Les decía: “buenas gentes”.

¿La confianza en las personas eran parte de su liderazgo?

Santiago José: Mi papá decía: “La razón por la que contrato PhD en la USFQ es porque saben más que yo en su área. No les voy a estar siguiendo para decirles qué hay que hacer. Mi trabajo no es dar órdenes, sino recibir órdenes y tomar decisiones para que ellos puedan actuar”.

Ese fue un estilo de liderazgo muy raro para este país donde las cabezas suelen ser muy verticales. Eso es lo que más va a costar mantener vivo en la CPU, ya que todos los proyectos fueron creados bajo esa línea. “Lo que importa es lo que hagas”, decía.

Entonces, la Universidad es un ejemplo de aquello

Santiago José: Más allá de razones intelectuales, cuando se le preguntaba por qué quiso crear una universidad, respondía: “quería estar con amigos y conversar”. Eso era mi papá, no parecía tan sociable pero sí lo era.

¿Cómo se ha ido conformando el equipo para continuar su legado?

Santiago José: Mi padre buscaba personas que tenían el chip de confiar en las personas y ese legado en la CPU, con Jorge y yo, se mantiene. Es algo bien simple, es regresar a las raíces del comportamiento humano.

Obviamente existe un riesgo, pero es lo que vamos a seguir haciendo para continuar con los proyectos que dejó en marcha y los nuevos que vendrán.

Con respecto a su legado, es difícil encasillarlo pero hay ejes comunes en la forma de hacer las cosas de mi papá: uno de ellos es la idea de la libertad, que el individuo es la minoría más grande y respetar la dignidad del individuo es lo más importante. Sus proyectos como la USFQ hasta la Vía del Sol, están pensados en cómo potencializar al individuo en sus interacciones pacíficas, para ser mejor y logre cambiar su situación.

Jorge: Un reto importante es definir cuál es el legado de una persona y cómo uno lo interpreta para continuar con lo que hubiera querido hacer. Lo más importante es continuar con su manera de hacer las cosas, confiar en la gente para que la gente pueda seguir aportando de la manera más libre posible. Premiar el valor de arriesgarse antes que la cautela.

Como Presidente de la Corporación de Promoción Universitaria, continuaré con ese estilo antes que pensar en proyectos específicos, los cuales pueden ir cambiando, no así el compromiso con la gente y la generación de valor.

En cuanto a personas, Santiago José es el legado vivo de su padre.

Sin mencionar el parecido físico, ¿qué coincidencias y diferencias tenías con tu padre?

Santiago José: Hice mi pregrado de física igual que él, con la diferencia que mi padre era físico nuclear y yo me especialicé en física de partículas y también estudié economía, algo que él siempre quiso aprender. En temas de valores y principios somos idénticos, no sé si él aprendió de mí o yo de él, pero lo más probable es que entre los dos fuimos creando. Desde que era pequeño, ya tenía la idea del tema político, pero también social y personal porque lo acompañaba en su despacho.

Ya en la etapa adulta, conversábamos mucho y explorábamos nuestras ideas. Pasábamos dos o tres horas en el teléfono conversando sobre mecánica cuántica, economía y otros temas, solo por entretener la mente.

Similitudes, muchas, pero creo que soy un poco más analítico al momento de tomar riesgos, mi padre era más arriesgado. Además, se le dificultaba expresar sus ideas, decía que yo tenía más facilidad de palabra.

Jorge: “Vos que tienes labia, explícales”, decía.

Entrevista en la USFQ. Santiago Gangotena, Canciller de la Universidad San Francisco de Quito; y Hernán Cueva, CEO de Metro Ecuador.

¿Qué pensamientos o frases de Santiago Gangotena ha dejado huella en ustedes?

Santiago José: Una de las frases que más me ha marcado es: “Nada es tan importante”. Mi papá era impresionante, rara vez se veía desencajado con las preocupaciones del día a día. Era lo que a él le permitía ser tan genial, no dejaba que “el qué dirán” lo detenga. Era un yogui- zen practicante día a día para mantener la calma constante. “Sé buena gente”, también era uno de sus consejos.

Jorge: “Dale”, también era su palabra. Cuando pensábamos que algo podía caer en la crítica, decía: “Dale, qué te importa”. Para Santiago era importante darte el espacio para que lleves a cabo tus proyectos, sin miedo al juicio. Santiago inspiraba valentía que te impulsaba a hacerlo. Eso es muy valioso porque cuando estás empezando, eres joven, el sentirte validado por el resto de personas es importante, pero él te convertía a ti mismo en tu centro de validación.

Creo que nunca, en más de 30 años que lo conocí, me sentí juzgado por él. En su lugar, Santiago siempre estaba presente, te dejaba hacer, y si te caías te levantaba.

Santiago José: En este sentido, mi papá separaba culpa de efectos. Para él, las cosas pasaban por una causa y producían un efecto, no pasaba por un juicio moral de “tu eres malo por esto”. Te sentías cómplice con él, lo cual permitía arriesgar, emprender y hacer.

En cuánto a la forma de administrar, ¿qué lecciones ha dejado?

Santiago José: Creo que mi papá debía haber escrito un libro de administración. Recuerdo que desde pequeño, cuando estaba jugando en su oficina, mostró un estilo de administrar de puertas abiertas: “Santiago, tengo esta idea”, respondía: “Dale”; y si había algún problema: “Ok, soluciona, eres el que sabe”.

Incluso, una conversación recurrente entre ambos, en los últimos años, fue sobre el trabajo de un administrador en empresas creativas, como salud y educación. El trabajo no es dar órdenes, sino despacharlas. Decía: “Viene la persona que he contratado, que sabe más que yo en el área asignada, me plantean proyectos, mi trabajo es despachar rápidamente con soluciones. De esta forma, las personas querrán estar ahí”.

Esto cambia la forma en que las personas actúan dentro de la institución. Cuando sienten confianza y apertura a sus ideas, están dispuestos a hacer más por menos, porque se sienten validados y pueden crecer. Creo que ese pensamiento ha sido la clave del éxito de la USFQ, de la CPU y de otros proyectos.

El mail más frustrante era cuando detallabas varias interrogantes y mi papá respondía con un “Ok”. Uno se preguntaba “Ok a qué parte”. Pero cuando interactuabas más con él, entendías que era su forma de despachar y agilitar procesos. Confiaba en tí.

Jorge: Si se le preguntaba blanco o negro, su respuesta era “Ok”. Nos ponía a todos a pensar, pero era también una oportunidad de visitarlo en su despacho y conversar.

En este proceso, ¿qué pudo haber mejorado?

Jorge: Uno de los grandes problemas que tenía Santiago era la comunicación. Gran parte de mi trabajo era traducirlo.

Incluso, uno de sus peores enemigos a largo plazo, pero que a la par fue una de sus grandes virtudes, es que Santiago no asumió el rol que tenía, nunca se le subió el poder o el prestigio a la cabeza.

Él nunca se vio a sí mismo como el Fundador de la USFQ, sino como “el Santiago”. Hay mucha gente que no tuvo la madurez para darse cuenta que él no se veía a sí mismo como alguien que está por encima del resto, sino como una persona más.

Recuerdo una ocasión de Halloween en el Paseo San Francisco. Había mucha gente disfrazada y de pronto, entre ellos, destacó un mimo ¡Era Santiago! Al ver esta actividad, no quiso perdérsela. Fue a su oficina, se disfrazó y se perdió entre la gente.

No se llenó de ínfulas, algo difícil de lograr al ser el fundador de la universidad más grande del país. Su trayectoria no se le subió a la cabeza, como pasa con gente que ha hecho mucho menos por la sociedad y el país.

¿Qué recordarán siempre de Santiago?

Santiago José: Mi papá no tenía amigos en el sentido tradicional, con todo el mundo era igual. Tenía la capacidad de hacer sentir a todo el mundo bienvenido.

No practicaba yoga de forma disciplinada, pero mientras estaba en su escritorio se concentraba en su respiración. Creo que eso le ayudaba a estar en el presente, lo mantenía joven y en paz.

Fue vegetariano por mucho tiempo pero lo dejó en los últimos años. Le gustaba mantenerse en forma pero no hacía nada especial. Gustaba del vino o del tequila.

Jorge: Siempre cuidaba de sí y era chistoso, ocurrido hasta la médula. Era malo contando chistes, los recordaba al revés, y era terrible haciendo acentos.

Santiago José: Pero una de las cosas que más tendré presente es que le gustaba provocar, en el sentido de motivar y hacer que la gente se cuestione, que no se quede cómoda, desde las cosas más simples hasta las más importantes. Siempre “pinchaba” para que la gente se cuestione y se pregunte. “Le hice que piense”, solía decir.

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