“Hoy un diario que enfrentó al poder” es de la autoría del fundador y exdirector de Diario HOY, Jaime Mantilla, quien en las páginas de su texto describe las difíciles circunstancias que atravesó el diario en los distintos gobiernos durante los 32 años de vida del matutino, especialmente en el de Rafael Correa, que lo cerró ilegalmente.
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En la obra se hacen además comentarios sobre la necesidad de defender la libertad de expresión, base de la democracia.
El fundador y director de diario HOY, Jaime Mantilla, presentó su libro “Hoy, el diario que enfrentó al poder”, a fines de julio.
El Diario Hoy dejó de publicarse hace ya ocho años en circunstancias en que a juicio de Mantilla, el gobierno de Rafael Correa trataba de eliminar el pensamiento disidente, especialmente cuando se aprobó la Ley de Comunicación y Diario Hoy enfrentaba los embates del poder.
Para conocer a fondo detalles históricos del surgimiento de HOY, su proceso de crecimiento y su terminación, el CEO de Metro Ecuador, Hernán Cueva, conversó con Mantilla sobre la publicación de su libro, su contenido y otros temas.
He leído las entrevistas que le han hecho a propósito del libro. ¿Por qué decide plasmar la historia que encierra Diario HOY?
— Porque creo que tengo una historia muy larga, no se cuán atractiva, pero que es definitivamente interesante. Yo empiezo en el periodismo a los 17 años, cuando fui a donde Jorge Mantilla Ortega, director de El Comercio, a solicitar trabajo. Ahí me enamoré del “olor de la tinta”.
Al cabo de varios años, su hermano Carlos lo reemplaza como director del diario y cambia el ambiente por lo que decido separarme por primera ocasión. El “olor de tinta” me rodeaba, por lo que me propuse impulsar la fundación de la primera fábrica de tintas del Ecuador. Desarrollé Tintesa, Tintas Ecuatorianas S.A. con el apoyo de Jorge Mantilla, Harry Klein y otros accionistas, con la asesoría e inversión de Tintas S.A. de Colombia, filial de Pintuco.
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En 1977, cuando Jorge se incorpora nuevamente a El Comercio, me llama para que dejando la fábrica de tintas, me una como gerente general de esa empresa editora. Me parecía una inmensa audacia la propuesta y un gran reto para mí, por mi juventud, pero sentía que la oportunidad de mi vida se abría, por la posibilidad de aprender de Jorge y de los mejores periodistas y directivos de medios de información del país.
Muchos cambios logramos hacer con un interesante equipo informativo y de administración.
¿Qué cambios llegaron a El Comercio con su ingreso como gerente?
Los diarios ante el avance los medios audiovisuales y la computación, teníamos que enfrentar algunos cambios tecnológicos. Pasar del linotipo a la composición en frío, de la estereotipia (sistema basado en plomo) a la elaboración de planchas de impresión de aluminio. El Comercio, de acuerdo a los avances de la época, introdujo muchos adelantos, pero los diarios en general no enfocaban a una modernización de su cerebro: la redacción.
Los periodistas, trabajaban a medio tiempo. No sólo porque la profesión era considerada como una especie de pasatiempo de intelectuales o aprendices de ellos, sino que no se pagaba lo suficiente. El 29 de septiembre de 1979, luego de varios análisis y negociaciones, El Comercio implantó el trabajo de tiempo completo para sus periodistas. Se impuso la jornada de ocho horas diarias, con el correspondiente incremento de sueldos. El 90% de los compañeros de redacción aceptaron el reto entusiastamente y El Comercio fue el primer diario que logró profesionalizar y dar importancia a la profesión, asegurando libertad de expresión de sus periodistas.
¿Y cómo nace Diario HOY?
—La situación del país era muy complicada. Existía en Quito, El Comercio, perteneciente a la familia Mantilla y El Tiempo, un diario con baja circulación. En Guayaquil el principal periódico era El Universo.
Habiéndome separado de El Comercio a los pocos días de la ceremonia de aniversario por los primeros 75 años, decidí, con el apoyo de varios amigos, proponer la creación de un nuevo diario que buscara cubrir las demandas de la población. Se necesitaba un medio independiente que a más de no pertenecer a familias o poderes, explique las variables de la economía, que demuestre una total libertad, que haga mucha investigación y que, además, se lo edite con la mayor tecnología existente, a color, fácil de leer y circule en todo el país, por lo que sus accionistas y contenido debían representar las distintas zonas del Ecuador.
¿En dónde estaba la mayoría del capital?
— En poco más de un año se logró cumplir con todas las propuestas con la intervención de accionistas de Quito, Guayaquil, Cuenca, Ambato y Portoviejo que capitalizaron el equivalente de un millón de dólares de la época; se firmaron las escrituras, se adquirió el equipo más moderno, se construyeron las instalaciones, se contrató y entrenó a periodistas y trabajadores, se escogió el nombre, HOY, que representaba actualidad, vida, se contrató el diseño y se puso a punto para que pueda hacerse el lanzamiento en mayo de 1982, lo que tuvo que demorar dos semanas, porque se conmemoraba el primer año de la muerte del presidente Jaime Roldós.
¿Con cuántos periodistas comenzó?
—Con el trabajo conjunto de Benjamín Ortíz, que fue nombrado director y Gonzalo Ortíz, logramos reunir un grupo de jóvenes periodistas y especialistas en varios temas, los que más tarde demostraron su gran valía: En economía juntamos a Gonzalo, quien lideraba esa sección, con Felipe Burbano, actual rector de la FLACSO, Fidel Jaramillo, ahora funcionario internacional, Pepe Samaniego, experimentado analista bancario y otros. En política ingresaron varios periodistas independientes, pues tratamos siempre de mantener libertad en el accionar y procesamiento de la información. En Guayaquil iniciamos con Jenny Estrada que dirigía un pequeño pero eficiente grupo de informadores que permitieron conquistar ese mercado.
El plantel de Quito, Guayaquil y Cuenca no sólo cumplía sus labores informativas normales, sino que sus miembros colaboraron para crear varios suplementos y revistas relacionadas que permitían profundizar en los temas de mayor impacto nacional.
No olvidamos el humor. Creamos el “cajón de Sastre”, un espacio que los principales columnistas utilizaban para hacer una serie de comentarios generalmente jocosos sobre el poder. Cuando llegó al poder León Febres Cordero, no aceptó que dos colaboradores del museo del Banco Central escribieran en ese espacio. Ordenó su liquidación, identificándolos como “sociólogos vagos”. Mas tarde, ordenó impedir la importación de papel para el diario, reteniendo los permisos de importación en el Banco.
Con la ayuda del presidente de la Junta Monetaria, con el que tenía una relación de amistad, pude introducirme en la oficina del gerente de la institución.
Al entrar a esa oficina encuentro al funcionario y le digo: “Allá afuera por la ventana mira que están tres canales de televisión esperando que yo salga. Se que tienes los permisos de importación retenidos, necesito que me los firmes de inmediato”. Sorprendido de mi irrupción, abrió uno de los cajones del escritorio, sacó los documentos, los firmó y me los entregó comentando que le habían ordenado que no se tramiten.
En el libro se mencionan 11 gobiernos.
—Todos ellos en mayor o menor grado se molestaban por lo que la prensa y particularmente HOY publicábamos.
¿Por qué, cual era el meollo?
—HOY era un diario independiente, sus periodistas libres. Los poderes, no sólo los gobiernos sino también los económicos siempre han buscado callar las voces que los molestaran.
Los medios de información en esos años se alineaban en cierta forma con ese gobierno y en general con los poderes. HOY fue un diario libre e investigativo. Cuando el diario publicaba algún tema que esos poderes consideraban inconveniente, simplemente retiraban su publicidad, o presionaban directa o indirectamente.
Siempre ha sido partícipe de que no exista una Ley de Comunicación. ¿Qué pasó cuando el periódico se enfrentó al “correismo” ?
—Debemos aclarar varios conceptos. Una ley de comunicación regula fundamentalmente la expresión del pensamiento de todo ciudadano. Por ello, considero que siendo un derecho humano básico, no debe ser regulado por una ley que limite esa libre expresión. El único censor de esa expresión debe ser el mismo público que la recibe o expone. Para las violaciones que podrían producirse en el uso de esa libertad, existen los códigos civil y penal que castigan los abusos que puedan producirse.
En el gobierno de Gustavo Noboa, la AEDEP (Asociación Ecuatoriana de Editores de Periódicos), propuso al presidente la expedición de una ley de Libre Acceso a la Información Pública o Ley de Transparencia. El Presidente comprendió el sentido de esta propuesta y al poco tiempo envió al congreso la propuesta de ley conocida como LOTAIP, por la cual toda transacción, grande o pequeña, que efectúe el Estado con la empresa privada, personas naturales o entre entidades públicas, debía publicarse en las respectivas páginas web de las entidades intervinientes. De esas fuentes cualquier ciudadano tenía el derecho de obtener toda la información que interese, de primera mano.
La ley orgánica de Transparencia o libre acceso a la información pública fue aprobada por el congreso casi de inmediato luego de que Noboa la enviara para su conocimiento, poco antes de dejar el mando.
Al asumir la presidencia el Crnel. Lucio Gutiérrez, emitió el reglamento obligatorio que prácticamente la destrozaba. El sucesor de Gutiérrez, Alfredo Palacio, anuló dicho reglamento y emitió el definitivo que la puso en vigencia.
Lamentablemente cuando llegó al poder Rafael Correa, la ignoró en primer término, sepultándola después.
Esa ley, analizada a fondo, garantizaba el libre acceso a la información pública y privada realizada con el sector gubernamental. Era la principal herramienta en la lucha contra la corrupción, al mantener transparentes las transacciones económicas del estado y el mundo privado.
Por lo anterior, no creo que una ley de comunicación deba existir. Cuando hay transparencia, el único juez de la calidad de la información que recibe es el mismo público, el ciudadano. El sabrá felicitar o castigar los abusos de los poderes, basado en la información transparente que los medios provean. Si hay medios, que sí los hay, que deforman la información, manipulan las realidades, el mismo público los castiga al dejarlos de seguir por falta de credibilidad. Es lo que sucede en las redes sociales. El porcentaje de creyentes es muy reducido dada las medias verdades que difunden. El periodista, como mantenía Kapuscínsky, debe ser una buena persona, un ser humilde que simplemente esté dispuesto a narrar lo que sinceramente percibe de los hechos, dando los contextos y buscando el equilibrio y la verdad.
¿Crees que desaparezca el papel como tal?
—El periodismo escrito debe evolucionar profundamente. Debe enfocarse más a la comunidad. Como decía el afamado periodista Daniel Samper Pizano en los seminarios que impartió a personal de HOY, tiene que aprender a “gastar zapato”. Recuerdo su primer seminario en que insistió: “el seminario será en la calle, vamos a coger un bus y vamos a poner a toda la redacción a salir por turnos desde las ocho de la mañana hasta las doce del día. Y todos tienen la obligación de traer una historia”.
El periodismo no es el espectáculo, la entrevista en la que el entrevistador se luzca, el periodismo es la simple narración de los hechos expuestos equilibradamente buscando la verdad.
¿Que rememoras en las últimas páginas del libro?
—En la última parte de mi narración, sin utilizar calificativos, simplemente narro lo que el gobierno autoritario de Rafael Correa hizo para aniquilar a ese diario libre. A continuación, aparecen 11 de los más íntimos colaboradores de HOY exponiendo sus vivencias personales. Esa es la parte más importante desde mi punto de vista. Creo que mi intención ha sido dejar un documento escrito de lo que fue la dura lucha de un periódico libre, independiente y honesto para sostener las libertades, base de la democracia, especialmente durante el gobierno de Correa en que trató de terminar con la libre expresión, especialmente con HOY.