Con el objetivo de darle un nuevo giro a la odontología infantil, Parque Dental, tiene al perrito Aldo entre sus colaboradores. Sí, un can que ha sido entrenado para ser asistente dental de los más chiquitos del hogar, el primero del país.
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Glenda Arias, odontopediatra especialista en niños y bebés, mencionó que la idea surgió hace cuatro años. «Un perrito precursor en Estados Unidos fue quien nos inspiró de la mano con los beneficios emocionales que brindan los perros para las personas. Así decidimos adaptar a Aldo para el tratamiento dental con el objetivo de bajar la ansiedad durante el tratamiento dental en nuestros pacientes», dice la doctora.
Aldo ha sido entrenado como un perro de asistencia emocional con habilidades especiales que le permiten interactuar con los niños antes durante y después de su cita con el odontólogo. La función de Aldo es estar en el consultorio o subirse en el sillón para acompañar al niño mientras se realiza el tratamiento dental.
El entrenador de Aldo, Wilson Yaguapaz de Escuela de Habilidades Caninas, cuenta que «ha sido un perro seleccionado desde cachorro, debíamos ver que sea sano, equilibrado y bueno para empezar con un adiestramiento básico. Luego pasamos a uno más avanzado donde ya es independiente. Hemos trabajado mucho tiempo en el Parque Dental con Aldo y vemos que ha dado buenos resultados».
Tener a Aldo en el consultorio ha sido un trabajo de años para brindar un servicio diferente y que los niños puedan adaptarse, acondicionarse y aceptar de una manera positiva el tratamiento dental. «La idea es que los niños, unos minutos antes de la consulta creen un vínculo y jueguen con el perro para que luego esté presente en la consulta», explica Glenda.
También nos explican que normalmente, un perro de terapia tradicional debe ser muy calmado, pero también tiene que interactuar con los niños para crear una conexión por eso se trabaja con el entrenamiento con actividades lúdica: sentarse, hacerse el muerto, parase. Así que es juguetón, pero cuando entra a la consulta mantiene la calma y acompaña a los niños para reducir el potencial temor.
Su entrenador menciona que es un perro que tiene cuidados extremos. Se lo baña cada 10 día, cuida de sus dientes, tiene sus vacunas, su alimentación es controlada. Mensualmente tiene controles que lo certifican como un perro sano y apto para estar en contacto con niños. Además del cuidado psicológico donde sale a pasear y relajarse todos los días y tiene su familia. «Es un perro que no solo se dedica a esto, es un perro muy feliz», nos cuenta la odontopediatra.
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«El objetivo es cambiar la percepción de la gente con respecto a la odontología y que los niños cuando sean grandes no tengan temores de adultos, sean sanos, no necesiten implantes y tengan una buena experiencia de lo que fue su niñez con el tratamiento dental».