La historia de Lucas Campaña, el niño de 11 años que permaneció cuatro días desaparecido en el Cerro Puñay, sigue causando asombro en todo el país. Su recuperación, su relato y los detalles de cómo logró sobrevivir han sido calificados por rescatistas como “un milagro inexplicable”.
Durante una entrevista concedida a TC Televisión, el menor contó los momentos más difíciles de su travesía. Recordó que, al darse cuenta de que estaba perdido, pensó que “ya me perdí para siempre”. Sin embargo, se aferró a la esperanza al soñar una y otra vez con su casa, su escuela y la ropa que llevaba puesta la mañana en que subió a la montaña.
“Siempre soñaba que estaba en casa y en mi escuela con mi ropa que tenia en la montaña", agregó.
Su alimentación: moras y los dulces que llevaba guardados
Lucas explicó que, en medio del cerro, comió moras silvestres que encontraba a su paso. Estas pequeñas porciones, junto con unos dulces que guardaba desde su último desayuno familiar, se convirtieron en su única fuente de energía.
"Comía moras silvestres, tomaba agua de charcos", dijo Lucas.
Los especialistas explican que incluso pequeñas cantidades de glucosa pueden ayudar a evitar la pérdida de conciencia, especialmente en zonas de altura como el Puñay, ubicado a más de 2.000 metros sobre el nivel del mar.
Su única fuente de hidratación: agua de charcos
El niño también bebió agua de charcos ubicados cerca de pequeñas quebradas. Aunque su madre confirmó que los médicos realizaron exámenes por posible presencia de bacterias, afortunadamente no presentó señales de intoxicación grave.
A pesar de los riesgos, esa agua fue esencial para evitar la deshidratación durante las largas horas de caminata y frío nocturno.
Refugios improvisados para soportar las noches
Lucas relató que, cuando ya no podía caminar, buscaba huecos en la tierra para refugiarse. Allí se protegía con la ropa que llevaba puesta y trataba de descansar lo suficiente para recuperar energías.
A más del frío, enfrentó la oscuridad total, la humedad y el cansancio extremo. Aun así, su instinto de supervivencia le permitió mantenerse resguardado hasta el amanecer.
Un compañero inesperado
Uno de los detalles más conmovedores de su historia fue la presencia de un perro callejero. Según contó, el animal lo acompañó todos los días, durmió a su lado y se mantuvo cerca en los momentos más difíciles.
“Regresó con ayuda”, dijo Lucas, al recordar que el perro desapareció durante la madrugada del último día, cerca de las 2 o 3 de la mañana, y volvió cuando ya se acercaban los rescatistas.
El rescate: comuneros y equipos especializados lo encontraron con vida
La búsqueda se extendió por más de 90 horas. Comuneros, rescatistas, policías y voluntarios recorrieron la zona hasta dar con el menor. Lucas, visiblemente cansado pero consciente, agradeció a todos quienes se unieron a la búsqueda:
“En un futuro yo les podré pagar por todo lo que hicieron”, dijo emocionado.
Su madre también expresó gratitud por el trabajo coordinado y el esfuerzo de las autoridades para que su hijo regresara con vida.
Un caso que sorprende a los expertos
Especialistas en rescate y emergencias consultados coinciden en que un niño sin alimento suficiente puede colapsar en pocas horas. Sin embargo, Lucas combinó factores clave: instinto, azúcar, frutas silvestres, agua de quebradas, reservas físicas y una voluntad inquebrantable.
El acompañamiento del perro, dicen, también pudo reducir su nivel de estrés y brindarle una sensación de seguridad.
Ahora, en recuperación y listo para volver a su rutina
Lucas se recupera en el hospital Baca Ortiz, donde permanece bajo observación médica. Su madre aseguró que el niño retomará sus actividades cotidianas en los próximos días, una vez que reciba el alta.
Su historia no solo revela un acto de supervivencia extraordinaria, sino también la fuerza emocional y física de un niño que, pese al miedo y la soledad, nunca dejó de imaginar que volvería a casa.

