La noche del martes 14 de octubre quedará grabada en la memoria de los guayaquileños, pero para Maryuri (42) se convirtió en un recuerdo de terror puro. Ella fue testigo presencial de la violenta explosión del coche bomba registrado en la Av. Juan Tanca Marengo, justo frente al Mall del Sol, un punto de alto tráfico en el norte de la ciudad.
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Mientras la Policía Nacional continúa investigando el ataque que paralizó las vías principales esta mañana, recogimos el dramático testimonio de quienes vivieron la detonación a escasos metros.
La espera que se convirtió en pesadilla
Maryuri, quien reside en la ciudadela Kennedy, había acudido al Mall del Sol para realizar unas compras de rutina. Alrededor de las 18h30, salió del centro comercial y se ubicó en la acera de la Tanca Marengo, esperando conseguir un taxi. Fue en ese momento cuando su vida cambió.
“Estaba mirando el celular... y de pronto, ese sonido terrible. Vi el fuego y el humo, todo pasó muy rápido", relata Maryuri, aún visiblemente afectada mientras habla con una reportera. La explosión, que según la Policía fue seguida por la amenaza de un segundo artefacto, desató el pánico colectivo en la concurrida zona.
“Fue una película de miedo, se lo juro. Lo primero que sentí fue que me quedé sorda, un pitido horrible, y después el mareo. Vi gente corriendo, gritando, tratando de esconderse detrás de lo que podían”, relata.
Pánico y descontrol:
El caos se apoderó del sector comercial. Vehículos frenaban abruptamente, y las personas que se encontraban en los negocios o esperando transporte se dispersaron de forma instintiva, buscando refugio. Maryuri confiesa que por un momento no supo cómo reaccionar.
“Quedé mareada y descontrolada. Solo atiné a correr un poco, pero no podía. La adrenalina te congela“, cuenta. “Uno ve esas cosas en las noticias de otros países, pero vivirlo aquí, en la Juan Tanca Marengo, es otra cosa. Pensé que no iba a parar, que venían más explosiones”.
Si bien la mujer de 42 años no sufrió heridas físicas graves por la onda expansiva, el impacto emocional y la conmoción son evidentes. Ella y otros testigos tuvieron que ser asistidos por personal de seguridad y luego por la policía que llegó al lugar.