Guayaquil

“Trabajador y fiestero, así es el guayaco”, dicen historiadores

Un análisis del carácter guayaquileño forjado entre el puerto y la resiliencia.

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El espíritu emprendedor del guayaquileño es el verdadero motor de la Perla.

Guayaquil no solo exhibe su progreso urbanístico, sino también la identidad única e inconfundible de su gente: el guayaquileño o, cariñosamente, el “guayaco”.

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Este carácter, forjado entre el calor tropical, el comercio portuario y una historia de constantes luchas y resurgimientos, es la verdadera fuerza motriz de la Perla del Pacífico.

La idiosincrasia guayaquileña es una mezcla de franqueza, alegría y un espíritu emprendedor que se niega a rendirse.

Hemos consultado a historiadores y sociólogos para entender las capas de esta personalidad tan definida. La identidad guayaquileña se puede definir en cinco pilares que, si bien son contrastantes, coexisten en perfecta armonía:


Frontal

Historiadores y sociólogos coinciden en que el guayaquileño es, ante todo, un líder natural, emprendedor y abierto. Su carácter franco y frontal lo distingue. “La ubicación de Guayaquil como puerto principal obligó a sus habitantes a ser negociadores y, por ende, directos. La ‘frontalidad’ del guayaco no es agresividad; es eficiencia comunicativa. En el puerto, el tiempo es dinero, y esta necesidad histórica de ir ‘al grano’ se ha grabado en su ADN social“, dice Dra. Alicia Castro, Socióloga Urbana.

Amistoso

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La ciudad, desde sus inicios, ha sido un centro de migración y comercio, lo que ha cultivado una sociabilidad abierta y una gran capacidad de acoger influencias externas sin perder sus raíces.

El Mgs. Roberto Suárez, historiador de la hultura costeña, explica que “Guayaquil es un crisol. Ha absorbido el ‘sabor’ de la Sierra, las influencias internacionales que llegaban por el río y el toque del campo costeño. Esa apertura se traduce en una gran hospitalidad y un interés genuino por la interacción social. No es casualidad que sean tan conversadores y acogedores".

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Fiestas octubrinas.

Fiesteros

Los guayaquileños demuestran un gusto por el entretenimiento, son “fiesteros” y sociables, y valoran los espacios de encuentro. “El ocio en Guayaquil es colectivo. Las celebraciones no son solo privadas, sino cívicas y comunitarias. Esta necesidad de estar juntos, de festejar ruidosamente y de usar la noche como un espacio de descompresión, es una respuesta cultural al intenso ‘camello’ diurno”, agrega Castro.

Nocturno

La vida nocturna es una parte esencial de sus hábitos. Zonas emblemáticas como Las Peñas concentran bares, pubs y karaokes, atrayendo tanto a jóvenes.

De buen apetito

Otro pasatiempo popular es el consumo de gastronomía típica en la noche, destacando la tradición de comer cangrejos.

Líder

Su identidad, marcada por la franqueza y el espíritu de liderazgo, es la que garantiza que Guayaquil seguirá siendo una fuerza motriz de la nación.

Extrevertido

Guayaquil es un gigante demográfico. Con una población que, según el censo de 2022, superó los 2.65 millones de habitantes.

‘CAMELLADOR’

El espíritu ‘camellador’ es, quizás, la etiqueta más precisa. Guayaquil, por sí sola, es el motor económico de Ecuador al aportar aproximadamente el 24% del Producto Interno Bruto (PIB) nacional. Además, se estima que siete de cada diez importaciones del país ingresan por sus muelles.

Esta intensidad laboral tiene su recompensa en la mesa. Otro pasatiempo popular es el consumo de gastronomía típica en la noche, destacando la imperecedera tradición de comer cangrejos.

“No podemos separar al guayaco del cangrejo. Es un ritual de socialización, de ‘camaradería’ que encapsula su identidad: es ruidoso, requiere trabajo (pelar), es comunitario y es delicioso. La gastronomía nocturna no es solo cena; es el cierre perfecto para una jornada intensa, una celebración diaria de la subsistencia y el éxito", dice Suárez.

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