Tras una cumbre con Vladimir Putin en Beijing, el líder norcoreano Kim Jong Un desató un curioso y extremo ritual de seguridad: sus colaboradores limpiaron minuciosamente las superficies que tocó, retiraron el vaso que usó y llevaron consigo su taza, todo para eliminar cualquier rastro de ADN o indicios biológicos.
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Además, viajó dentro de un tren blindado equipado con un retrete privado para evitar que su orina o heces fueran aprovechadas para análisis por inteligencia extranjera, evidenciando el alto nivel de paranoia respecto a su salud y seguridad.
¿Qué ritual sucedió después del encuentro con Putin?
Imágenes y testimonios difundidos por medios internacionales muestran cómo el equipo de Kim se apresuró a borrar cualquier evidencia de su presencia.
Limpiaron la silla y la mesa utilizadas, retiraron el vaso con cuidado y lo llevaron consigo, lo cual sugiere que buscaban evitar que agentes externos pudieran obtener muestras para analizar su salud o trazar planes. Esto ocurre en un contexto donde la confidencialidad sobre su estado médico es una prioridad absoluta para el régimen norcoreano.
¿Cuál es la razón detrás de este nivel de paranoia?
Agencias de inteligencia de Japón y Corea del Sur aseguran que el tren blindado de Kim, con retrete privado incluido, responde a su deseo de minimizar riesgos de espionaje biomédico.
La preservación de su ADN, ya sea mediante cabello, excremento o sudor, es considerada una vulnerabilidad. “La condición física del líder supremo tiene un impacto fundamental en el régimen norcoreano”, indica un oficial, lo que explicaría estos protocolos extremos para proteger cada indicio personal y evitar vulnerabilidades relacionadas con su salud.