La violencia en el suburbio de Guayaquil volvió a cobrarse una víctima inocente.
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Greyberliz Flores, una niña venezolana de 11 años, murió el domingo 24 de agosto tras recibir un disparo en el pecho durante un ataque armado mientras viajaba en taxi junto a su familia.
El ataque que terminó en tragedia
El tiroteo ocurrió en la intersección de la calle 20 y la N, cuando dos hombres a bordo de una motocicleta abrieron fuego contra el vehículo en al menos 15 ocasiones.
Greyberliz iba acompañada de su madre, su padrastro y una prima de apenas un año.
Mientras la niña perdió la vida, su madre resultó herida en un brazo y no pudo ser atendida de inmediato en el hospital por falta de insumos médicos.
El padrastro, quien conducía el taxi, y la bebé salieron ilesos, aunque la familia quedó profundamente afectada por el trauma de la balacera.
Una niña con sueños interrumpidos
Conocida con cariño como “la chamita”, Greyberliz había llegado a Ecuador junto a su madre en busca de seguridad y mejores oportunidades.
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Vecinos y amigas la recuerdan como una niña alegre, participativa y llena de sueños. Había estado ensayando bailes para una fiesta de quince años que nunca llegará a disfrutar.
Sus familiares insisten en que el ataque no iba dirigido a ellos, sino que fue consecuencia de la violencia que azota a diario al sector.
Violencia recurrente en el suburbio
El caso de Greyberliz no es aislado. Hace apenas dos meses, un niño de 5 años murió en el mismo barrio tras recibir una bala perdida durante un ataque contra un presunto líder criminal.
La Policía Nacional, hasta el momento, no ha emitido pronunciamientos sobre el caso ni se han identificado a los responsables del crimen.
La comunidad, conmocionada y con miedo, se prepara para despedir a la menor, mientras los abuelos piden resguardo policial durante el velorio ante el temor de nuevas balaceras, algo común en la zona.
Urgencia de acciones contra la inseguridad
La muerte de Greyberliz refleja la grave crisis de violencia que vive Guayaquil, donde las balaceras, extorsiones y asaltos forman parte del día a día.
La comunidad exige a las autoridades medidas urgentes para frenar una ola criminal que no respeta edades ni condiciones, y que sigue cobrando vidas inocentes.