Este verano, imágenes virales en redes sociales mostraron ciervos en varios estados de EE. UU. —como Nueva York, Pensilvania y Wisconsin— con extraños bultos o protuberancias en la piel, que generaron alarma entre la población.
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Expertos explican que estas anomalías no son sino formas comunes de “verruguitas” en la piel llamadas fibromas cutáneos o “deer warts” (verrugas de ciervo), provocadas por un virus del tipo papilomavirus, específico de la especie.

Estas lesiones pueden variar en tamaño, desde pequeñas como un guisante hasta otras tan grandes como una pelota de fútbol, aparecen en la cabeza, cuello, patas o cuerpo, y suelen tener superficie rugosa, sin pelo y de color oscuro.
Aunque su aspecto es inquietante, los especialistas aseguran que la condición es benigna, no representa un peligro para los ciervos ni para los seres humanos.

Respecto a cómo se transmiten, se estima que los insectos —como mosquitos y garrapatas— juegan un papel clave al actuar como vectores entre los animales, especialmente durante el verano y otoño, cuando estos insectos están más activos. También podría tratarse de contagio directo al compartir lugares de descanso, alimentación o árboles donde se rozan. Este virus solo afecta a los ciervos y no puede transmitirse a humanos, mascotas ni ganado, según el Departamento de Pesca y Vida Silvestre de Maine.
El sistema inmunológico suele eliminar la infección y, en meses, los tumores desaparecen.
Las autoridades de vida silvestre también han confirmado que la carne de los animales afectados sigue siendo segura para consumo, siempre que se retire la piel donde están los fibromas.
En general, estos casos reflejan una condición conocida desde hace tiempo en la fauna estadounidense.