El caso que involucra al sacerdote Diego Sosa, señalado en redes sociales por presuntas conductas indebidas con menores de edad en Olón, Santa Elena, continúa generando controversia.
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En declaraciones a medios locales, el religioso negó las acusaciones y aseguró que la Policía acudió al lugar tras una llamada al 911, interrogó a los menores y levantó un parte, pero que no existe “ninguna acusación seria” en la Fiscalía.
“Estoy abierto a cualquier acción que tome la Justicia y la Iglesia. A mí me ofende muchísimo lo que está sufriendo la Iglesia en estos momentos, porque es un ataque plenamente contra la Iglesia”, manifestó.
El sacerdote también denunció que durante el incidente se produjo la irrupción de una camioneta en la iglesia, donde se rompieron puertas, lo que calificó como un “ataque planificado”. Respecto al video difundido en redes —en el que se observan menores en ropa interior— afirmó que se trataba de tres jóvenes que solían acompañarlo, incluidos dos hermanos y un acólito, y rechazó cualquier irregularidad.
La postura de la Asamblea NacionalLa Comisión de Niñez y Adolescencia de la Asamblea Nacional expresó su “profunda preocupación” y exigió a la Fiscalía General del Estado una investigación inmediata. También solicitó a la Policía Nacional y a la DINAPEN la activación de protocolos de protección a los menores involucrados.
“Recordamos que ninguna investidura religiosa, política o social otorga impunidad frente a delitos contra la niñez”, señaló la Comisión, que además convocó a la ciudadanía a denunciar cualquier forma de abuso.
Este caso será incluido dentro del proceso de fiscalización sobre violencia sexual institucional y clerical iniciado el pasado 14 de julio.
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El contexto del caso
La denuncia surgió tras la difusión de un video en redes sociales, en el que un grupo de personas increpó al sacerdote dentro de una vivienda. Según los testimonios, el religioso habría estado acompañado por menores de edad en ropa interior dentro de su cuarto. En la grabación, una mujer asegura que él cerró la puerta luego de tomar una fotografía.
El sacerdote, en cambio, respondió que eran “sus amigos y acólito” y que no hubo ninguna conducta irregular.