El Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) confirmó este miércoles que los restos óseos hallados en un chalet del barrio Coghlan, en Buenos Aires, pertenecen a Diego, un adolescente de 16 años que jugaba fútbol en Excursionistas y que fue asesinado a puñaladas en 1984.
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La vivienda donde fue enterrado clandestinamente colinda con la casona que alquiló Gustavo Cerati entre 2001 y 2003, hecho que atrajo atención mediática, aunque no tiene vínculo con el crimen.
“Fueron 41 años de dolor”: el testimonio del hermano
Javier, hermano de la víctima, habló con el canal TN y no pudo contener las lágrimas: “Me siento vacío. Muchísima indignación, tristeza, dolor. Muchas preguntas... 41 años. Necesitamos justicia”.
Recordó que su padre murió en 1991 mientras lo seguía buscando por cuenta propia: “Lo atropelló una camioneta cerca del lugar donde desapareció Diego. Mi papá pensaba que lo había secuestrado una secta. Hizo su propia investigación, en una época sin celulares ni cámaras, con solo cuatro canales de TV. Estaba solo”.
La familia recibió la noticia con cautela. La madre del joven ya sabe que los restos son de Diego, pero no ha sido informada de todos los detalles.
“Por lo menos cerrar un ciclo, tener a quien llorar o enterrar. Después necesitamos justicia para estar tranquilos”, agregó Javier.
Un caso sin respuesta estatal
En sus declaraciones, el hermano subrayó que en su momento las autoridades no tomaron en serio la desaparición. “Decían que se había ido con una chica. La policía no buscó a mi hermano”, expresó.
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Javier relató que fue su cuñado quien sospechó del hallazgo publicado por TN, al conocer que había ocurrido en la casa junto a la que vivió Cerati. Gracias a esa conexión, la familia retomó contacto con las autoridades.
“Era mi héroe, era todo para mí. Yo preguntaba por él todos los días”, expresó Javier, entre lágrimas.
Cierre parcial, justicia pendiente
La autopsia reveló que Diego murió por heridas punzocortantes y que su cuerpo fue enterrado junto con pertenencias que datan de los años 80, como una campera de jean y una suela de zapatilla.
Aunque la identidad ya fue confirmada, la investigación continúa para determinar quién vivía en el inmueble en 1984 y bajo qué circunstancias ocurrió el crimen. La familia exige justicia tras 41 años de silencio e impunidad.