La tragedia ocurrió el pasado 26 de julio en Manisales, Colombia. Los gritos alertaron a los vecinos del conjunto donde vivía Silvana Torres con su hija Antonella. Lo que encontraron al ingresar al departamento marcó a toda la comunidad: la bebé había sido apuñalada por su propia madre.
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Luisa Ladino, vecina del lugar, fue una de las primeras personas en llegar. “Escuchamos la bulla, la gritería, y entonces salí para bajar a mirar. Todos corrían y gritaban en desespero”. Al ingresar al lugar vio a Antonella sobre la cama, junto a Silvana, quien permanecía inmóvil y en silencio, con los ojos cerrados.
“No sé si estaba inconsciente”, relató Ladino. “La niña estaba ahí, al lado de su mamá. Nunca me imaginé que ella misma le había hecho daño”. La Policía llegó pocos minutos después.
Una madre que amaba a su hija, según los vecinos
La noticia fue un shock para quienes conocían a Silvana. Magola Valencia, amiga desde los 14 años, aseguró que su amiga “adoraba a Antonella”, y que siempre se mostró como una madre dedicada. “Se estaba esforzando por la niña, ella la amaba. Lo mismo la abuela, ellas daban la vida por esa niña”.
Ambas vecinas coinciden en que nunca escucharon gritos, violencia o maltrato. “Era una muchacha tranquila. Nunca se escuchaban discusiones en su casa”, afirmó Luisa Ladino.
Una ruptura amorosa, la posible detonante
Según Magola, Silvana había pasado por una ruptura amorosa reciente que la dejó profundamente afectada. “Nada justifica eso, pero yo creo que fue en un momento donde se le nubló mucho la mente”, dijo al medio local. Incluso aseguró que los vecinos intentaron lincharla tras enterarse del crimen.
La joven madre habría intentado quitarse la vida tras el ataque, según reportes oficiales. El caso ahora está en manos de las autoridades colombianas y Silvana se encuentra detenida mientras avanzan las investigaciones.
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El asesinato de Antonella ha dejado un vacío y una pregunta dolorosa entre quienes conocían a la familia: ¿Cómo pudo pasar algo tan devastador sin que nadie lo notara?
“Siento mucho dolor por las dos, por la niña y por ella”, concluyó Luisa, entre lágrimas. “Nadie sabe los problemas de nadie”.