El presidente de Colombia, Gustavo Petro, sorprendió nuevamente al país al designar como nuevo ministro de Igualdad a Juan Carlos Florián, un politólogo con experiencia en cooperación internacional, pero también conocido por haber sido actor de contenido de adultos y trabajador sexual en Europa.
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Su nombramiento se da en medio de una serie de cambios constantes en el gabinete presidencial, que ya ha superado los 50 ministros en menos de tres años de gobierno.
Un perfil poco convencional en un ministerio clave
Florián, quien ya se desempeñaba como viceministro de Igualdad, fue promovido tras la salida de Carlos Rosero, otro líder afrocolombiano, que fue reprendido públicamente por Petro durante un consejo de ministros.
El presidente lo acusó de intentar despedir a Florián y a otra funcionaria con pasado en la industria del cine para adultos, generando una nueva ola de tensión en el gabinete.
El nuevo ministro, quien vivió en Francia y allí lideró un sindicato de trabajadores sexuales, ha afirmado que su pasado no define su capacidad profesional.
“He sido más que actor porno. Tengo más de 20 años de experiencia laboral en cooperación internacional y he sido servidor público”, dijo en una entrevista con El Espectador.
Una elección polémica, pero con mensaje político
El Ministerio de la Igualdad, creado en 2023 por impulso de la vicepresidenta Francia Márquez, tiene como objetivo garantizar el acceso equitativo a programas sociales. Márquez dejó la cartera en febrero de 2025 tras diferencias con Petro y denuncias de racismo institucional.
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La llegada de Florián envía un mensaje potente sobre inclusión y reconocimiento de sectores históricamente marginados. “El trabajo sexual es un trabajo como cualquiera”, sostuvo el ministro, quien ha defendido abiertamente los derechos laborales de quienes ejercen esa actividad.
Un gabinete en constante transformación
El caso de Florián refleja tanto la visión inclusiva como la inestabilidad política que caracteriza al actual gobierno. Si bien su perfil ha sido motivo de controversia, también ha sido visto como una oportunidad para desafiar los prejuicios sociales sobre el pasado personal y profesional de los funcionarios públicos.