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¿Qué es la Mafia Veracruzana? El grupo criminal detrás del asesinato de la maestra jubilada y taxista

La Mafia Veracruzana se ha fortalecido en parte por la debilidad institucional y la falta de justicia

Irma, profesora jubilada taxista
Irma, profesora jubilada taxista

El asesinato de Irma Hernández Cruz, una maestra jubilada convertida en taxista, ha puesto en evidencia la presencia y brutalidad de la Mafia Veracruzana, una organización criminal que opera impunemente en el norte de Veracruz, sembrando miedo entre transportistas y comerciantes.

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El caso Irma Hernández Cruz

La violencia en Veracruz ha alcanzado un nuevo nivel de brutalidad con el asesinato de Irma Hernández Cruz, una mujer de 62 años, exprofesora y taxista en Álamo Temapache. Su secuestro el pasado 18 de julio y el hallazgo de su cuerpo seis días después evidencian el avance del crimen organizado en zonas donde el Estado parece ausente.

Irma no era una desconocida. Su legado como docente y su servicio como taxista le habían ganado el aprecio de la comunidad. Su muerte ha dejado un vacío y una pregunta urgente: ¿quién está detrás de este crimen?

En un video difundido poco después de su desaparición, se le ve arrodillada, rodeada por hombres armados, leyendo un mensaje que advertía a otros taxistas sobre las consecuencias de “no alinearse” con la Mafia Veracruzana. “¡Con la Mafia Veracruzana no se juega!”, dice la grabación, que se convirtió en prueba clave.

La Fiscalía de Veracruz confirmó el hallazgo del cuerpo en el mismo municipio, tras labores de investigación. Aunque no hubo solicitud de rescate, se fortalece la hipótesis de extorsión como móvil principal. La fiscal Verónica Hernández Giadáns aseguró que no habrá impunidad.

La Mafia Veracruzana: un rostro local del crimen organizado

La organización criminal conocida como Mafia Veracruzana es una escisión del Cártel del Golfo y también se le conoce como Fuerzas Especiales Grupo Sombra (FEGS). Opera principalmente en el norte del estado: Pánuco, Tuxpan, Tantoyuca, Tihuatlán y Álamo Temapache.

Desde 2020, este grupo ha ganado notoriedad por su control social y violencia visible. Durante la pandemia, impusieron toques de queda y repartieron despensas con nombres de sus cabecillas como “Comandante Puma” o “Comandante Meduza”. También han sido vinculados a ejecuciones públicas, desmembramientos y narcomantas.

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El repertorio criminal incluye extorsión a comerciantes y transportistas, secuestro, tráfico de migrantes, venta de drogas y robo de hidrocarburos. Documentos filtrados por el colectivo Guacamaya en 2022 revelan que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ya había advertido sobre el crecimiento de este grupo durante el sexenio de Cuitláhuac García.

Sus operaciones son visibles: comandos armados, camionetas rotuladas, vestimenta táctica y una red de informantes que reporta los movimientos de autoridades. Se presentan como “limpiadores” de la delincuencia, aunque las víctimas como Irma desmienten esa versión.

Impunidad y miedo: una combinación letal

El caso de Irma no es aislado. En los últimos meses se han reportado otras desapariciones en municipios del norte veracruzano, muchas de ellas sin respuesta institucional ni cobertura mediática. Activistas advierten que la intimidación directa es ahora método común del crimen organizado para ejercer control territorial.

La Mafia Veracruzana se ha fortalecido en parte por la debilidad institucional y la falta de justicia. Mientras no haya una respuesta contundente del Estado, el asesinato de Irma podría ser solo uno más en una lista que sigue creciendo.

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