La serie biográfica “Chespirito: Sin querer queriendo” ha despertado el interés del público en los aspectos más íntimos de la vida de Roberto Gómez Bolaños.
PUBLICIDAD
Uno de los episodios más delicados fue su divorcio de Graciela Fernández, madre de sus seis hijos, un proceso que él mismo describió como profundamente doloroso y marcado por el remordimiento.
La herencia que Chespirito dejó a su exesposa
En su autobiografía, Bolaños confesó que, tras su separación, sintió un fuerte “remordimiento” por cómo ocurrieron las cosas.
Aunque su relación con Florinda Meza comenzó en 1970, no fue hasta 1989 cuando se divorció legalmente de Graciela.
Para él, el final de su matrimonio fue uno de los momentos más difíciles de su vida.
Como una forma de compensar el daño emocional, Chespirito decidió dejarle a Graciela todos sus bienes raíces:
- Dos casas construidas durante su matrimonio,
- Varios terrenos,
- Monedas centenarias de oro,
- El mejor de sus autos y todos los muebles del hogar.
“La solución de ruptura era la más razonable”, escribió en su libro.
PUBLICIDAD
Una relación que comenzó con una gran diferencia de edad
Roberto y Graciela se conocieron cuando ella aún no cumplía los 15 años y él ya tenía más de 22. A pesar de la diferencia de edad, su relación duró más de dos décadas, hasta que la presencia constante de Florinda Meza en su vida marcó el inicio de una nueva etapa sentimental.
Aunque finalmente se casó con Florinda en 2004, Chespirito nunca dejó de reflexionar sobre su pasado. “¿Por qué hicimos mal las cosas?”, se preguntaba, dejando en claro que, a pesar de seguir adelante, el peso de sus decisiones lo acompañó por el resto de su vida.
Este capítulo de su vida muestra que, detrás del humor, también había un hombre que cargaba con culpas, errores y decisiones que marcaron su historia personal para siempre.