El pasado 2 de julio, los futbolistas portugueses Diogo Jota y su hermano André Silva fallecieron en un trágico accidente de tránsito ocurrido en la autovía A-52, en el noroeste de España. La investigación oficial se centró inicialmente en un posible exceso de velocidad y una falla en uno de los neumáticos del Lamborghini en el que se movilizaban los hermanos.
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El informe preliminar, elaborado por la Unidad de Tráfico de Zamora de la Guardia Civil, apuntaba a que estos dos factores habrían provocado el impacto y posterior explosión del vehículo, donde ambos deportistas murieron en el acto.
Testigos contradicen la versión oficial
Sin embargo, esta versión fue puesta en duda por testigos del hecho. José Aleixo Duarte, un camionero portugués que presenció el accidente, declaró a medios locales que los futbolistas circulaban “a velocidad prudente” antes del impacto.
“Iban tranquilos, no cometieron ninguna infracción. Quise apagar el fuego, pero ya era imposible. La ruta está llena de defectos, y eso puede haber influido. Nadie debería morir así”, manifestó Duarte.
Expertos respaldan las críticas al estado de la vía
Javier López Delgado, presidente de la Asociación de Auditores de Seguridad Vial (Asevi), también cuestionó el informe oficial. Según su análisis, el accidente se produjo por una “conjunción de elementos”:
“Hubo marcas de frenada que indican velocidad, pero también problemas de adherencia, el posible reventón de una rueda y un mal diseño de la barrera de contención, que en lugar de proteger, pudo haber agravado el impacto.”
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La tragedia ha reabierto el debate sobre el estado de la autovía A-52, ya cuestionada anteriormente por su falta de mantenimiento, desgaste del pavimento y estructuras de seguridad deficientes. Expertos y la opinión pública señalan que estas condiciones podrían haber sido determinantes en una tragedia que pudo evitarse.