“Por favor, no me abandonen”, clamaba una mujer que fue rescatada el domingo de entre los escombros que dejó un enorme alud en Alausí, provincia de Chimborazo, donde los rescatistas encontraron sepultadas a siete personas, presumiblemente de una misma familia, que murieron fundidas en un abrazo eterno.
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Boca abajo, con el hombro derecho fracturado y el brazo destrozado por la losa que le cayó encima, Miriam Gavilanes, de unos 45 años, estaba atrapada entre escombros del primero de tres pisos de una casa, que se había derrumbado sobre ella cuando ocurrió el corrimiento de miles de toneladas de tierra.
Allí, en la zona baja del barrio Nuevo Alausí, los bomberos de la localidad habían apuntalado la vivienda donde estaba Miriam. El teniente Pablo Morocho, del cuerpo de bomberos de Cañar, comentó este miércoles 29 de marzo de 2023 a EFE que Miriam también tenía los pies atrapados por mesas, hierros de ventanas y otras cosas, pero nunca perdió la conciencia.
“En todo momento estuvo consciente, estaba conversando conmigo”, relató Morocho, quien recuerda con claridad el ruego insistente: “Por favor, no me abandonen”.
El brazo desprendido
La mujer les aseguraba que si levantaban la loza y liberaban su brazo podía salir por su cuenta, pero una vez que lograron quitar el pesado material, constató que no sentía las piernas que estaban aplastadas.
El hombro “estaba fracturado, pero todo el brazo estaba completamente despedazado, solamente se veía un poco los dedos, pero lo demás ya desprendido completamente. Le junté toda la parte de los músculos y le vendé para que la señora no se impresionara”, relató.
«Solamente se enfocaba en que no le dejemos sola, que le ayudemos, que por favor solo quiere que le liberen el hombro, no decía más. Repetidamente decía que no le abandone, que no le deje ahí», recuerda el teniente que encontró a la mujer a unos diez metros de la puerta de entrada de la vivienda.
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Instantes de desesperación
Tras retirar la loza que aprisionaba el hombro -recuerda Morocho- los rescatistas debieron evacuar porque la tierra volvía a bajar.
«¿Qué pasó, qué pasó, no me dejen», gritaba la mujer, según cuenta Morocho que, tras evaluar la situación afuera no demoró ni tres minutos en ingresar nuevamente para liberar los pies de Miriam, que recién entonces comenzó a sentir dolor, pues la presión mantenía amortiguadas sus extremidades.
En esos duros momentos, Miriam ya solo repetía que le dolía y que no le dejaran, y cuando finalmente lograron sacarla fue trasladada en ambulancia a una casa de salud.
El último abrazo de una familia
Mientras la ambulancia se alejaba hacia la casa de salud a las 03:10 del lunes 27 fuera de la vivienda de Miriam, un vecino agradecía el rescate, pero a una cuadra y media la historia era diferente.
«Desconozco totalmente (a dónde llevaron a Miriam) porque luego de eso comenzamos a tener nueva recuperación de cuerpos», dijo Morocho, pues a pocos metros se reportaba el hallazgo de víctimas.
«Se recuperó siete cuerpos y un joven de 17 años con vida», indicó Morocho, presumen que las siete víctimas mortales pertenecían a una misma familia: un hombre, una mujer, niños de entre 2 y 12 años, entre otros.
Morocho, que sirvió de apoyo en este rescate, presume que las siete personas abrazadas estaban en la calle pues a su alrededor solo encontraron tierra.
Siguen las labores de rescate
Este miércoles 29 de marzo continúan los trabajos de rescate en la zona asolada por el alud, que cobró la vida de al menos 14 personas, mientras otras 67 siguen desaparecidas.
Además, 116 personas correspondientes a 30 familias, se encuentran alojadas en albergues temporales, mientras que las personas afectadas ascienden a unas 500.
También hay 163 viviendas afectadas y el número de inmuebles destruidos está todavía en evaluación, pues muchos de ellos están bajo varios metros y miles de toneladas de tierra, luego de que parte de la montaña se fuera abajo.