BANGKOK (AP) — El auge que se esperaba de turistas chinos en Asia durante las vacaciones por el Año Nuevo Lunar la próxima semana parece que será más bien un simple parpadeo, pues la mayoría de los viajeros están optando por permanecer en China, si es que van a algún lado.
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Desde las playas de Bali hasta las pistas de esquí de Hokkaido, las hordas de chinos que a menudo se veían en los días anteriores al COVID-19 seguirán sin llegar, dicen los operadores turísticos.
Es una decepción amarga para muchas empresas esperanzadas de que los tiempos difíciles por la pandemia fueran cosa del pasado, luego de que Beijing relajara las restricciones de viaje y dejara de requerir cuarentenas de semanas. Aún así, las reservaciones para viajes al extranjero se han disparado, lo que deja entrever que sólo es cuestión de tiempo para que el sector se recupere.
“Creo que los turistas regresarán a finales de febrero o al comenzar marzo, y eso sería lo más pronto”, dijo Sisdivachr Cheewarattaporn, presidente de la Asociación de Agentes de Viajes Tailandeses, e hizo notar que muchos chinos no tienen pasaporte, los vuelos son limitados y los operadores turísticos aún están preparándose para gestionar viajes en grupo.
El riesgo del COVID-19 es otro factor de peso a tomar en cuenta, ya que los brotes persisten luego de que China relajó sus políticas restrictivas al respecto, dijo en una entrevista. “La gente posiblemente no está lista o sólo se está preparando”, señaló.
Por ahora, los territorios chinos de Macao y Hong Kong parecen ser los destinos más favorecidos.
Apenas unos días antes del comienzo del Año Nuevo Lunar el domingo, algunos lugares turísticos icónicos de la excolonia portuguesa, como la histórica Plaza del Senado y las ruinas de la iglesia de San Pablo, se encontraban atiborrados. Las salas de apuestas de dos importantes casinos estaban llenas en gran medida, con grupos de visitantes chinos sentados alrededor de las mesas de dados.
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“Estoy muy ocupado todos los días y no tengo tiempo para descansar”, dijo Lee Hong-soi, propietario de una tienda de recuerdos para turistas. Dijo que las ventas se habían recuperado a un 70% u 80% desde los días previos a la pandemia, luego de que hace sólo unas semanas eran casi nulas.
Kathy Lin estaba de visita desde Shanghái, en parte porque era fácil obtener una visa, pero también porque le preocupaba el riesgo de contagiarse de COVID-19. “Todavía no me atrevo a viajar al extranjero”, dijo mientras ella y un amigo tomaban fotos cerca de las ruinas, originalmente la iglesia Madre de Dios, del siglo XVII.
Esa preocupación mantiene en casa a muchos que querrían ir de vacaciones, incluso después de que China relajó las restricciones de “cero COVID” con las que pretendía aislar todos los casos con pruebas diagnósticas masivas y cuarentenas onerosas.
“Los ancianos de mi familia no se han contagiado, y no quiero correr ningún riesgo. También existe la posibilidad de volver a infectarse con otras variantes”, dijo Zheng Xiaoli, de 44 años, empleada de una empresa de ascensores en Cantón (Guangzhou), en el sur de China. Antes de la pandemia África estaba en su lista de lugares que desea visitar, pero a pesar de que anhela viajar al extranjero, señaló: “Todavía hay incertidumbres, así que procedere con moderación”.
A Cong Yitao, un auditor que vive en Beijing, no le preocupa contagiarse del virus, pues toda su familia ya tuvo COVID-19. Pero se desanimó por los requisitos de presentar pruebas diagnósticas y otros límites que han impuesto algunos países, incluidos Estados Unidos, Japón, Corea del Sur y Australia, después de que China relajó sus precauciones contra la pandemia.
“Parece que muchos países no nos dan la bienvenida”, dijo Cong, quien en cambio planea dirigirse a un destino subtropical en China, como la isla de Hainan o la prefectura de Xishuangbanna, para disfrutar de un clima cálido.
Según Trip.com, una destacada empresa de servicios de viajes, las reservaciones para ir al extranjero durante las festividades del Año Nuevo Lunar, del 21 al 27 de enero, se incrementaron más del quíntuple. Pero ese aumento se dio luego de que no hubo casi nada el año previo, cuando las fronteras de China estaban cerradas para la mayoría de los viajeros.
Las reservaciones para viajar al sudeste asiático aumentaron 10 veces. Tailandia fue el lugar más elegido, seguido por Singapur, Malasia, Camboya e Indonesia.
Los viajes a otros lugares favoritos, como la isla turística tropical de Bali y Australia, se han visto limitados por la falta de vuelos. Pero eso está cambiando, y cada día son agregados nuevos vuelos.
“Verás un incremento, ciertamente, en comparación con el año pasado, cuando China aún estaba cerrada. Pero no creo que veas un gran aumento de viajeros que salen a diferentes destinos dentro (de la región) Asia-Pacífico, y menos a Europa o América”, dijo Haiyan Song, profesor de turismo internacional en la Universidad Politécnica de Hong Kong.
La agencia turística gubernamental Tourism Australia pronostica que el gasto de los viajeros internacionales superará los niveles previos a la pandemia en el lapso de un año. Antes de las disrupciones por el COVID-19, los chinos representaban casi un tercio del gasto turístico, cercano a los 9 mil millones de dólares.
El Aeropuerto Suvarnabhumi de Bangkok ha incrementado su personal para poder manejar más de 140.000 llegadas diarias durante el ajetreo por el Año Nuevo Lunar, aunque por ahora sólo vendrán turistas chinos individuales. Los viajes grupales desde China aún no se reanudan.
Mientras un sol anaranjado brillante se ponía detrás del antiguo Wat Arun (Templo del Amanecer), junto al río Chao Phraya de Bangkok, un hombre de Shanghái que sólo dio su apellido, Zhang, posaba con una acompañante en coloridos trajes tradicionales tailandeses de seda.
“Hace mucho frío en China, y Tailandia tiene un clima veraniego”, dijo Zhang, y agregó que conocía a muchas personas que habían reservado boletos para alejarse del clima frío y húmedo de su ciudad de residencia.
No obstante, para muchos chinos el atractivo de viajar por el mundo ha pasado a segundo plano, por ahora, superado por el deseo de ir a sus ciudades natales y reunirse con sus familias, a casi tres años exactamente desde que surgió el primer gran brote del coronavirus en la ciudad central de Wuhan, en lo que resultó ser una de las mayores catástrofes de los tiempos modernos.
Isabelle Wang, trabajadora financiera en Beijing, ha viajado a Europa, Medio Oriente y partes de Asia. Después de tres años de una vida a un ritmo más lento durante la pandemia, su prioridad es reunirse con su familia en Shangrao, una ciudad en la región central meridional de China.
“Todavía nos queda mucho tiempo en la vida, y ciertamente habrá oportunidades más adelante para viajar al extranjero cuando queramos”, manifestó.
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Leung reportó desde Hong Kong y Macao. La asistente de noticias Caroline Chen en Beijing, y los periodistas de The Associated Press Rod McGuirk en Canberra, Tassanee Vejpongsa y Chalida Ekvitthayavechnukul en Bangkok, y Edna Tarigan en Yakarta contribuyeron a este reportaje.