El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, fue hospitalizado en la madrugada de este lunes tras quejarse de dolores abdominales. Él será sometido a exámenes ante la sospecha de que pueda estar con una nueva obstrucción intestinal, pero se encuentra bien de salud, informó la Presidencia.
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El mandatario, que estaba pasando unos días de descanso en una playa en el sureño estado de Santa Catarina, fue trasladado en la madrugada en avión hasta Sao Paulo. Ahí fue ingresado en el Hospital Vila Nova Star, cuyos médicos lo tratan desde que sufrió un atentado en 2018 que le afectó precisamente el abdomen.
Tres años en el poder
El presidente brasileño, Jair Bolsonaro, cumplió este 1 de enero tres años en el poder, pero comienza el 2022 desgastado y con las elecciones de octubre en un horizonte para el cual se perfila como favorito el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.
Brasil volverá a las urnas el 2 de octubre y las encuestas dicen en forma unánime que el primer presidente que la ultraderecha le ha dado al país tiene una intención de voto de entre 20 y 25 %, frente al casi 50 % que le llegan a atribuir al progresista Lula, su mayor antagonista en la política.
El agudo desgaste sufrido por el líder conservador desde que ganó las elecciones de 2018 con un 55 % de los votos es considerado por los analistas como un resultado directo de su firme negacionismo frente a la pandemia de covid-19, que ya ha matado a casi 620.000 brasileños, y de las crecientes dificultades económicas del país.
“GRIPECITA”, UNA ECONOMÍA ESTANCADA Y UN LIBERALISMO ABANDONADO
Desde que el coronavirus llegó a Brasil, en marzo de 2020, el mandatario se opuso a todo tipo de medida preventiva, censuró el uso de máscaras, minimizó la crisis sanitaria, se burló de los enfermos y hasta hoy reniega de las vacunas, que califica de “experimentales” y cuya eficacia pone en duda.
La relación entre el apoyo que le atribuyen las encuestas y las vacunas parece casi directa. Cerca del 80 % de los electores se las han aplicado, frente a un 20 % que aún se mantiene como el propio Bolsonaro, quien suele ufanarse de no haberse inmunizado.